Unión de Armas

La Unión de Armas fue una propuesta política proclamada oficialmente en 1626 por el Conde-Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, por la que todos los "Reinos, Estados y Señoríos" de la Monarquía Hispánica contribuirían en hombres y en dinero a su defensa, en proporción a su población y a su riqueza.

En 1580 Felipe II incorporó a la Monarquía el reino de Portugal con lo que toda España —en el sentido geográfico que tenía este término entonces— quedó bajo la soberanía de un único monarca.

[1]​ En cuanto a su estructura interna la Monarquía Hispánica era una monarquía compuesta en la que los "Reinos, Estados y Señoríos" que la integraban estaban unidos según la fórmula aeque principaliter, "bajo la cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias leyes, fueros y privilegios.

[3]​[nota 3]​ A principios del siglo XVII, la situación de Castilla —de donde hasta entonces habían salido los hombres y los impuestos que necesitaron Carlos I y Felipe II para su política hegemónica en Europa— ya no era la misma que la del siglo anterior.

Su población había mermado en proporción alarmante; su economía se venía abajo; las flotas de Indias que llevaban la plata a España llegaban muchas veces tarde, cuando llegaban, y las remesas tampoco eran las de antes.

En ese contexto se sitúa el proyecto de Olivares resumido en su aforismo Multa regna, sed una lex, «Muchos reinos, pero una ley».

Según John H. Elliott, "si existía en España un hombre preparado para luchar contra los enormes problemas del momento, ese era el conde de Olivares".

Por otro lado, las tropas de este ejército de reserva no estaría permanentemente movilizadas sino que sus integrantes seguirían con sus ocupaciones civiles hasta que fueran llamados para combatir.

En Aragón y Valencia, los vasallos no podían ser obligados a marchar más allá de sus fronteras con fines militares...

En Cataluña en el caso de guerra ofensiva y no defensiva, parecía difícil hacer que los catalanes sirvieran más allá de sus propias fronteras a expensas del rey, e imposible a sus propias expensas.

[12]​ Según Joseph Pérez, la oposición de los estados no castellanos a la Unión de Armas se debió, en primer lugar, a que el cambio que se proponía «era demasiado fuerte como para ser aceptado sin resistencia» por unos «reinos y señoríos que habían disfrutado desde siglo y medio de una autonomía casi total»; y, en segundo lugar, porque «el propósito de crear un nación unida y solidaria venía demasiado tarde: se proponía a las provincias no castellanas participar en una política que estaba hundiendo a Castilla cuando no se le había dado parte ni en los provechos ni en el prestigio que aquella política reportó a los castellanos, si los hubo».

Una semana después abrieron sus sesiones las Cortes aragonesas y el 31 de enero las del Reino de Valencia, pero pronto advirtieron los oficiales reales el poco entusiasmo que mostraban ambas por la Unión de Armas porque consideraban «condición dura el quedar expuestos a salir fuera siempre que se les ordenase».

Como las sesiones se eternizaban, Olivares persuadió a las Cortes aragonesas para que continuaran sus sesiones en Barbastro sin la presencia del rey y a continuación dio de plazo hasta el 21 de marzo a las Cortes valencianas reunidas en Monzón para que aprobaran la Unión de Armas.

[21]​ El Conde-Duque de Olivares se propuso concentrar en Cataluña un ejército de 40 000 hombres para atacar Francia por el sur y al que el Principado tendría que aportar 6000 hombres.

En febrero de 1640, cuando ya hace un año que la guerra ha llegado a Cataluña, Olivares le escribe al virrey Santa Coloma:

Incluso toma represalias contra los pueblos donde las tropas no han sido bien recibidas y algunos son saqueados e incendiados.

Los enfrentamientos entre campesinos y soldados menudean hasta que se produce una insurrección general en la región de Gerona que pronto se extiende a la mayor parte del Principado.

"Los insurrectos se ensañan contra los funcionarios reales y los castellanos; el propio virrey procura salvar la vida huyendo, pero ya es tarde.

Retrato de Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares , atribuido a Diego Velázquez (1624), Museo de Arte de São Paulo .
Retrato de Felipe IV de España pintado por Rubens en 1628
"El socorro de Génova por el II Marqués de Santa Cruz" de Antonio de Pereda (1634-1635). Representación de la expedición de Álvaro de Bazán para socorrer a la República Genovesa , aliada de la Monarquía Hispánica, durante el asedio francés de 1625.
Pintura La rendición de Breda de Velázquez (1634) conmemorando la conquista de esa ciudad de Flandes en 1625, dentro del contexto de la guerra de los Ochenta Años .
Reinos y número de soldados según el reparto propuesto en la Unión de Armas.
Retrato del Conde-Duque de Olivares pintado por Velázquez en 1635.