Se le considera el tratado de mayor importancia de la Europa del siglo XVI, por la duración de sus acuerdos, que estuvieron vigentes durante un siglo al confirmarse en la Paz de Vervins, y porque dieron lugar a una nueva situación internacional a través de la cual se inició la preponderancia española y –por tanto– un desplazamiento de los problemas hacia Occidente, gravitación aún acentuada por la unión de Portugal a la Monarquía hispánica en 1580.
Las conversaciones se iniciaron en la abadía de Cercamp (Frévent), pero después se trasladaron al castillo de Le Cateau-Cambrésis, al que debe su nombre, en una villa por entonces perteneciente a los Países Bajos españoles a unos 20 km al sureste de Cambrai.
Cuando en la segunda mitad del siglo XVII las tornas se volvieron y la decadencia española fue evidente, Francia se interesó por otras áreas geográficas como los Países Bajos españoles, Alsacia y Lorena.
Por tanto, hasta el siglo XVIII, los Estados italianos pudieron vivir en paz, aunque marginados de los principales asuntos europeos.
Le sucedió su hijo Francisco II de Francia, que cumplió el tratado firmado.