Consecuencias de la expulsión de los moriscos

Este fue, por ejemplo, el caso del arbitrista Cristóbal Pérez de Herrera que escribió:[3]​

[4]​ La primera aproximación rigurosa sobre el tema fue la del historiador norteamericano Earl J. Hamilton quien en su famosa obra sobre la revolución de los precios publicada en 1934 consideró la expulsión desde el punto de vista económico como irrelevante, lo que echaba abajo la visión catastrofista que se había mantenido hasta entonces.

[6]​ La distribución de los expulsados según Henri Lapeyre fue la siguiente:[7]​ El mismo Lapeyre reconoció que estas cifras eran incompletas en lo que se refiere a Murcia y a Andalucía, por lo que otros historiadores, como Antonio Domínguez Ortiz o Henry Kamen, han ampliado la cifra hasta las 300.000 personas,[8]​ de una población morisca peninsular estimada en 320.000.

[2]​ Los estudios posteriores se centraron en el impacto "regional" porque, como han destacado Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, "hablar de la economía española en el siglo XVII es una anticipación indebida; lo que existía por entonces era una serie de economías regionales que se movían con cierta independencia".

Sin embargo, cuando se produjo la expulsión general el reino continuaba arruinado ya que la repoblación con cristianos viejos no había paliado los efectos de la guerra y de la deportación decretada en 1571.

El reino perdió globalmente un sexto de su población, pero en determinadas zonas, fundamentalmente las del valle del Ebro y de sus afluentes, el porcentaje fue mucho mayor y algunas quedaron completamente arruinadas.

[13]​ La recuperación en Aragón fue muy lenta debido a que los moriscos se habían especializado en el regadío y los nuevos pobladores que ocuparon su lugar desconocían las técnicas de este tipo de cultivo.

[14]​ En conclusión, según Domínguez Ortiz y Bernad Vincent, "las consecuencias económicas de la expulsión fueron graves; no pocas, de efecto retardado, por los efectos en cadena, que acabaron por perjudicar gravemente incluso a aquellos que no se creían directamente amenazados.

[16]​[17]​ Como ha señalado Manuel Ardit, «la pérdida demográfica fue terrible y la repoblación tardó cerca de un siglo en llenar aquel vacío».

[19]​ En 1645 las Cortes del Reino de Valencia suplicaban al rey Felipe IV[20]​ Las repercusiones en la agricultura fueron graves y la producción se recuperó lentamente.

[27]​ En conclusión, según Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent,[20]​ En 1850 el cronista e historiador Vicente Boix (1813-1880) describió así este episodio: «esta expulsión despobló el país, amenguó su agricultura, y le redujo a la impotencia».

La expulsión de los moriscos [1894], de Gabriel Puig Roda .
Fachada de la catedral de Almería .
Cuatro ejemplos de la loza de Muel ( Zaragoza ). En la parte superior izquierda, azulejo con la leyenda en escritura árabe: Al-mulk («el Reino», sura 67 del Corán); a su derecha una escudilla de orejas ; debajo a la izq. una jarra de pico policromada, y a su lado una plato de loza fina del siglo XVII .
Despoblado morisco de La Roca en la Vall d'Alcalà ( Marina Alta ), Reino de Valencia .