Varias decenas de miles intentaron establecerse en algunos estados europeos, como el Reino de Francia o las repúblicas o principados italianos, pero no lo consiguieron.
[4]> "Algunos patronos y armadores aprovecharon las condiciones lamentables en que se hallaba aquella pobre gente para desvalijarla; […] por ejemplo, un tal Anthoron Estienne, de Agde, embarcó cuarenta moriscos, comprometiéndose a llevarlos a Túnez; pero al llegar cerca de Bizerta los hizo desembarcar y reemprendió su ruta con todo el dinero, joyas y equipajes, por un valor de 93.245 escudos… Justo es decir que el parlamento de Languedoc actuó con prontitud y energía: antes de terminar el año 1610 el culpable y sus cómplices habían sido arrestados, condenados a la última pena, confiscados sus bienes y devueltos los suyos a los moriscos".
[5] Tampoco fueron bien acogidos por los católicos y los protestantes franceses aunque en primer momento intentaron atraerlos a su campo.
[6] En una carta escrita desde Argel un morisco de Trujillo explica su experiencia al pasar por Italia, después de relatar el mal tratamiento que había recibido en Marsella:[7]
[8] Por la ruta de Venecia llegaron a Salónica y Estambul unos dos mil moriscos.
Finalmente Muley Zaidán venció a su hermano pero se despreocupó de los moriscos que habían luchado junto a él, lo que les hizo maldecir "la Berbería y sus reyes" "mezclando públicamente lástimas y alabanzas del nombre de Cristo".
[11] Los moriscos que no combatieron junto a Zayan se instalaron en las ciudades de Tánger, Tetuán, Chauen, Fez y otras, donde vivía desde el siglo XIII una importante comunidad andalusí, algunos de cuyos miembros estaban al servicio directo del sultán.
A pesar de ello los moriscos "no fueron bien recibidos; llegaban vestidos a la española y hablando castellano; mezclaban sus nombres y apellidos cristianos con los arábigos; su fe musulmana les merecía tan escasa confianza que los llamaron los cristianos de Castilla, y aunque esto fuera efecto de la malevolencia, sí es cierto que algunos moriscos se confesaron allí cristianos y sufrieron martirio".
[12] Esto último está recogido por algunos cronistas como Luis Cabrera de Córdoba:[13]
[17] Los cerca de 80.000 moriscos que fueron a Túnez –"un número enorme para un país pequeño y poco poblado", según Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent- procedían en su mayoría del Reino de Aragón, aunque también los había castellanos y valencianos, y fueron muy bien acogidos por el dey turco, quien "aparte de la simpatía que le inspiraban aquellos correligionarios, comprendió que su aportación sería preciosa para el desarrollo del país".
Los miembros más destacados fueron asentados en ciertos barrios de la capital; artesanos y hortelanos en poblaciones de los alrededores, donde continuaron con sus actividades tradicionales, y los campesinos, el grupo más numeroso, fueron establecidos en zonas agrícolas, en especial en el cabo Bon y el valle del Meyerda, y otros en lugares elevados aptos para la defensa frente a las incursiones de las tribus nómadas.