[2] Su producción está dividida en dos etapas principales, la anterior y la posterior a la expulsión de los moriscos en el año 1610.
Los alfareros de Muel tuvieron sus primeros obradores fuera del recinto amurallado, junto al río Huerva y colindantes con el camino real a Zaragoza.
[Nota 1] La vajilla morisca ha dejado platos, escudillas, jarros, cantarillas, orzas, y cuencos.
Felipe II y su séquito hacen escala en Muel, camino de Valladolid.
[6] La producción estaba monopolizada por varias familias cuyos miembros aparecen reiteradamente citados en algunos documentos notariales (1583): los Abroz, Alax, Bargueño, Carruzet, Dupon, Ibáñez, Janero, Lançari, Taquea, Maçerol, Maniçes, Medina, Moncayo, Montero, Presson, de la Roya y otros.
[7] La vajilla de loza dorada abarcaba dos calidades, "común" y "delgada", vendidas a precios diferentes.
[12] En el universo cerámico de Muel, el capítulo más destacado es la azulejería, por su aportación al mudéjar aragonés.
Así, tanto en el estampado azul como en la policromía, se alternaron y combinaron temas básicos de lacerías, estrellas y motivos vegetales en arrimaderos, frisos o rellenos de los fondos arquitectónicos del mudejár.
Se trata de un procedimiento cerámico relativamente sencillo pero muy laborioso: en principio basta imprimir en una loseta cruda, pero con el barro ya consistente, un molde con el dibujo en negativo; tras efectuar la cocción de la pieza, el resultado es una dibujo en bajorrelieve que se rellena con esmaltes, a discreción.