A la vez, esta ha constituido tradicionalmente un polo importante de la industria artesana alfarera, que desde el siglo xvi, ha exportado sus productos a Portugal, Italia, Reino Unido[1] e Hispanoamérica.En la Edad Moderna se hizo habitual representar imágenes cristianas con azulejos, también conocidos como retablos cerámicos.Cuando preparaban la arcilla, añadían calcitas, dolomitas o conchas machacadas, por su efecto desengrasante.Pertenecían a la comunidad cristiana de Sevilla, liderada por el obispo Sabino.Estas santas han sido representadas habitualmente en la iconografía sevillana con objetos de alfarería.En la etapa nazarí se empezó a usar una técnica para la decorar la cerámica, tanto en objetos como en elementos arquitectónicos, realizando unos trazos a pincel con una materia grasa mezclada con óxido de manganeso, para luego colorear el espacio delimitado por esos trazos.[9] En la etapa almohade, en los siglos XII y XIII, se hicieron mosaicos con azulejos (del árabe az-zulayj) monocromáticos (de colores blancos, azules, verdes y negros) con formas geométricas para decorar los muros, conocidos como alicatados.El relieve se hacía colocando la cerámica fresca en un molde y estos azulejos eran conocidos como de cuenca y/o arista.[12] En torno al 1500 empezaron a hacerse esculturas de cerámica vidriada.[8] También se han colocado azulejos para decorar los techos, con la técnica del ladrillo por tabla.[13] Al fabricante de cerámica se le conocía como ollero o como alfarero (del árabe al-fahar).En la segunda mitad del siglo XVI también hubo una fábrica a las afueras de la puerta Real.[16] El azulejo plano policromado fue realizado por primera vez en la ciudad por Niculoso Pisano, que trabajó en Sevilla a finales del siglo XV y principios del XVI.El estilo de Augusta tuvo su continuidad en la primera parte del siglo XVII en el taller de los Valladares, que lideró la producción azulejera sevillana y realizó exportaciones a Lima y México.[26] Los contenedores de mercancías agrícolas más exportados fueron las botijas peruleras, con una gran diferencia en proporción a las tinajas.[26] La familia Mensaque se dedicó a la cerámica, al menos, desde el siglo XVIII.[27] En 1946 la fábrica pasó a llamarse Antonio Vadillo Plata, que la arrendó por diez años, tras los cuales la tuvo en propiedad.[28] En los siglos XIX y XX tuvo una gran notoriedad la cerámica de la familia García-Montalván.[21][31] En 1895 Manuel Ramos Rejano fundó una fábrica de azulejos,[21] que existió hasta 1965.[32] En 1870 el industrial del barro Antonio Gómez compró unos alfares de Manuel García-Montalván para la producción cerámica en Triana.[36] En el siglo XVII se hicieron algunos templos que tenían en sus fachadas paneles de azulejos monocromos o policromos con imágenes cristianas.[40] A comienzos del siglo XX se contabilizaron 220 retablos cerámicos en Sevilla.[42] En la comarca del Aljarafe se conservan numerosos retablos cerámicos de los siglos XVIII, XIX y XX.
Azulejo de censo. Año 1731. Colección municipal del Ayuntamiento de Sevilla. Centro Cerámica Triana.
Detalle de los azulejos del sala Gótica del Real Alcázar. Elaborados por
Cristóbal de Augusta
en el siglo
XVI
.
Paños de azulejos vidriados mudéjares, con verdes, blancos y manganeso; cenefas y piezas en relieves heráldicas de la capilla del Sagrario de la iglesia de Santa Marina de Sevilla. Datados en el último tercio del siglo
XIII
. Constituye la cerámica vidriada más antigua que se conserva en la ciudad de Sevilla.
Paño de cerámica de Santas Justa y Rufina (1053 x 117 cm) de hacia el año 1600.
Museo de Bellas Artes de Sevilla
, procedente del antiguo convento de la Asunción de Sevilla.
Blasón de León Enríguez en su sepulcro de la iglesia del convento de Santa Paula. Cuerda seca (Siglo
XVI
).
Azulejos publicitario de 1915 de la antigua tienda de comestibles y bebidas "Villa de Reinosa" en Sevilla. Constituye la primera obra de ornamentación cerámica del pintor
Gustavo Bacarisas
, realizada para
Cerámicas Montalván
.