En su definición más antigua aparece como empleada para tomar chocolate.
Se considera americanismo azteca, del náhuatl xicalli, pocillo o vasija hecha con la corteza del fruto de la calabaza o de la güira,[2] que pudo evolucionar como jícara.
[3] Se atesta su uso por primera vez en la lengua castellana en el año 1560 en Crónica de la Nueva España.
Ricamente referenciada en la literatura desde el siglo xvii, entre los múltiples ejemplos cabe elegir unos versos de Gabriela Mistral de su himno «Sol del trópico»:
como el cántaro del peruano, como la jícara de Uruapan, como la quena de mil años, a ti me vuelvo, a ti me entrego, En sus cartas de relación, Hernán Cortés describió el mercado de Tenochtitlán como "lugar al que concurrían millares de personas, entre ellos muchos olleros con sus vasijas de barro y piedra... Comercio que se reflejaba en los suntuosos banquetes de Moctezuma, cuyos cocineros preparaban trescientos platos para que el emperador escogiese en vajillas de vasos, jícaras y jarras de oro y plata..."[6] Usada en la antigüedad por mayas y aztecas para servir y tomar chocolate, continúa utilizándose en México y Centroamérica para consumir bebidas tradicionales como el pulque y el pozol o cualquier bebida refrescante como el tiste, cacao o chicha de Nicaragua.