Vivió desde los diez años en Portugal[1] y su formación como artista comenzó en Lisboa, como protegido por el rey Juan III.
[1] Su hija, Isabel Sánchez Coello, pupila suya, fue una importante retratista.
Entre su obra, se encuentran diversas escenas religiosas para la iglesia y los nobles de la corte, aunque su fama la debe a los retratos, todos ellos de la familia real o su entorno cercano.
Son retratos de gran sencillez en los que refleja sin artificio a los personajes, casi siempre situados ante un fondo neutro (verbi gratia, un cortinaje de color oscuro) que acentúa los colores y calidades de las ropajes.
Sánchez Coello no siguió en sus obras la tradición prevaleciente en los gustos españoles de entonces, sino que combinó influencias de las escuelas manierista y romanista.