En esa mano se aprecian tres anillos con piedras preciosas de colores.
En la cabeza lleva un tocado de perlas rematado con una flor.
El fondo es oscuro, con lo que se realza al personaje protagonista.
La infanta mira directamente al espectador, pero su expresión es distante, sin evidenciar ningún rasgo de su carácter.
Este tipo de retrato cortesano sería seguido por pintores posteriores, como Juan Pantoja de la Cruz, Bartolomé González y, en último término, por Velázquez.