Desde finales del siglo XIV hasta 1440 se desarrolló en Ferrara un arte elegante y refinado, pero superficial y afectado, como el que triunfaba en toda Europa, conocido como gótico internacional.
El nuevo estilo renacentista aparece entre Padua y Venecia con la llegada de artistas toscanos, como Andrea del Castagno (1422), Paolo Uccello (1423-31 y 1445), Filippo Lippi (1434) y sobre todo Donatello (1443), cuya estancia por diez años en Padua tuvo repercusión en toda la región.
Los pintores ferrareses de la segunda mitad del XV: Cosmè Tura, Francesco del Cossa y Ercole Ferrarese (llamdado también Ercole de' Roberti) encontraron un estilo propio, sin equivalente en los demás focos artísticos italianos.
Su estilo evolucionará con el tiempo, incorporando influencias de los focos vecinos: Mantua, Venecia, Lombardía, Florencia y sobre todo Bolonia.
Los grabados más famosos fueron las dos series conocidas tradicionalmente como Mantegna Tarocchi, aunque no se pueden atribuir a Mantegna, sino cada una de ellas a algún maestro no identificado.