Aquel mismo día tuvo lugar una imponente tormenta en Constantinopla y un rayo impactó en uno de los minaretes de la Mezquita Azul, convirtiendo la media luna que coronaba la construcción en cenizas, hecho que fue tomado por los turcos otomanos como un mal augurio.
Durante su estancia en Francia, Juan Sobieski visitó otras ciudades, como Orleans, Tours, Angers, Nantes, La Rochelle, Bloix, Burdeos, Marsella, Saumur y Toulon[11].
Al siguiente día el ataque de la caballería del ala izquierda polaca, acompañada por un avance del centro polaco y un fuerte fuego de la artillería, creó una gran confusión entre los tártaros, quienes empezaron a huir dejando a los cosacos en una posición difícil, defendiéndose entre sus carruajes.
Durante días su madre no le dirigió la palabra, ya que siempre había sentido debilidad por Marek, pero Juan Sobieski permaneció a su lado intentando reconfortarla[21].
En Zborov estalló un motín entre el ejército polaco y todos los medios de persuasión habían sido en vano.
La invasión sueca de Polonia, conocida comúnmente como el Diluvio, fue un momento crítico en la historia polaca, ya que gran parte del reino polaco fue controlado por los suecos y muchos nobles se unieron a este ejército.
En 1666 el atamán cosaco Petro Doroshenko rehusó la autoridad polaca y se alió con los tártaros contra la Mancomunidad Polaco-Lituana.
En 1668 Juan II Casimiro abdicó del trono polaco[33] y toda la atención de la República de las Dos Naciones se centró en la elección de un nuevo rey y, aunque había varios candidatos extranjeros, impuestos por las potencias que querían controlar la Mancomunidad, principalmente el Sacro Imperio Romano Germánico y Francia, los condes palatinos propusieron a Miguel Korybut Wisniowiecki, quien fue finalmente elegido.
Miguel Korybut Wisniowiecki decidió enviar una respuesta amenazante, pero rápidamente se formó una liga nobiliaria para destronar al rey[36] y coronar a Carlos V de Lorena.
Poco después Miguel Korybut Wisniowiecki ofreció una recompensa por la cabeza de Juan Sobieski, lo que llenó de indignación a los soldados polacos, que juraron defender a su comandante[39] Mientras los polacos se enzarzaban en una guerra civil, Fazil Ahmed había preparado la guerra contra la Mancomunidad Polaco-Lituana.
Muchos partidarios de la Liga Nobiliaria le recomendaron que no acudiese, pero Juan Sobieski ocupó su lugar en la Dieta.
En esta Dieta, en gran parte gracias a la actuación de Juan Sobieski, el tratado se declaró nulo.
Creyendo que las fuerzas otomanas estacionadas en Cecora serían más numerosas, Sobieski decide dar combate a los turcos situados en Chocim.
Al este del campo servía de defensa el Dniéster, al norte y sur enormes barrancos servían de foso y solo el lado occidental estaba algo más expuesto, por lo que se le había fortalecido con fosos.
El ejército otomano había añadido a la fortificación defensas naturales como canales y arroyos.
Esa noche nevó en abundancia y si las tropas polacas sufrieron, más aún lo hicieron los turcos, quienes no estaban acostumbrados a un clima tan frío.
Toda Podolia, excepto Kamianets-Podilskyi y Jaslowiecz volvería, asimismo, a manos polacas y todos los prisioneros de ambas partes, liberados.Tras la guerra polaco-turca (1672-1676) la República de las Dos Naciones se vio en paz por primera vez en mucho tiempo.
Sobieski negoció un tratado secreto con Francia en 1675, que proporcionaba generosos subsidios para la guerra contra Brandeburgo y si fuera necesario, con Austria[64].
Los recortes a su presupuesto militar le hicieron pasar la oportunidad que surgió el año siguiente (1678) cuando los suecos atacaron la Prusia Ducal desde Livonia, cercando Klaipėda y tomando Tilsit[64]..
La situación internacional se había vuelto menos favorable para entrar en una guerra, el Imperio Otomano amenazaba con atacar por el sur y Luis XIV firmaba acuerdos de paz con sus oponentes en Europa occidental en 1678-1679, retirando su apoyo a Sobieski, que se podía quedar aislado, por lo que lo más prudente era mantener la paz.
Ante la desesperada situación de la capital austriaca, Juan Sobieski no quiso esperar más y se encaminó hacia Viena[71].
Kara Mustafá, al tener noticia del ataque aliado, se había plantado en su tienda dispuesto a resistir hasta la muerte, pero los artilleros cristianos descargaron sus proyectiles tratando de alcanzar su tienda, alentados por el propio Juan Sobieski, por lo que finalmente no le quedó más remedio que huir.
Entre los estandartes destacaba el del Gran Visir, que fue enviado por Juan Sobieski a Inocencio XI[77].
Sin embargo, algunos aliados alemanes, que estaban molestos con Leopoldo I, retrasaron la partida del ejército hasta cinco días después[84].
Juan Sobieski cruzó el Danubio con sus tropas y marchó impetuosamente contra los turcos sin esperar la ayuda de sus aliados.
Juan Sobieski estuvo a punto de perder la vida en esta emboscada y, cuando logró recuperarse, perdió los nervios al creer que su hijo había caído prisionero de los turcos, pero poco después su propio hijo apareció ante sus ojos calmándolo[78].
Tras esta victoria, Juan Sobieski quiso mediar entre el emperador y Emérico Thököly, pero Leopoldo se negó a escuchar al rey polaco.
Los aliados esperaban que el Imperio Otomano, al ser atacado por varios puntos, no se encontrase en condiciones de defenderse.
Los siguientes cinco años los pasaron las tropas polacas intentando reafirmar el control sobre los principados danubianos, aunque no se consiguieron resultados óptimos.
Sus reformas militares sirvieron para “polonizar” el ejército y darle un carácter más nacional, al introducir el polaco como lengua de la oficialidad, a pesar de que muchos europeos occidentales, valacos y tártaros servían como mercenarios[94].