Siendo niño su familia emigró a Madrid donde Miguel Jacinto aprendió el arte de la pintura posiblemente de la mano del pintor José García Hidalgo y en la Academia del Conde de Buena Vista del modo tradicional: copiando estampas y dibujos, luego al natural y, finalmente, copiando cuadros de grandes maestros del siglo XVII.
Cuando se casa con María del Río, en 1704, Meléndez ya ha terminado su etapa de formación y se gana la vida como pintor en la Corte fundamentalmente realizando retratos de Felipe V y María Luisa de Saboya en un período en el que la Guerra de Sucesión Española paraliza cualquier actividad artística cortesana.
Principalmente se dedicó a los retratos, realizando los de la casa real entre 1708 y 1728.
Pero cuando la corte se trasladó a Sevilla, donde estuvo desde 1729 a 1733, Meléndez prefirió quedarse en Madrid y ello supuso su declive comercial, al ser monopolizdos los encargos de retratos regios por Jean Ranc y su taller.
Con una posición económica desahogada y una clientela importante, aunque con el favor real "secuestrado" por Ranc, Miguel Jacinto Meléndez morirá en Madrid el 25 de agosto de 1734 dejando a su viuda e hijos una desahogada posición económica.