Comenzó como alumno del ya anciano Jacopino del Conte, aunque pronto prefirió tomar como referentes de su arte a personalidades como Girolamo Muziano o Siciolante.
Sin embargo, fue en Rafael donde encontró lo que buscaba: contornos definidos y claridad esquemática.
Es por ello que su arte tiene una buena parte de revisionista, pues sus fuentes no se encuentran en sus inmediatos predecesores, sino en los grandes maestros del último Quattrocento.
Su Asunción de la Virgen, en San Silvestro al Quirinale (1585) refleja bien dicha influencia.
Sus obras se ciñen de manera sumisa a los dictados de la Iglesia Romana: intenta transmitir emociones sencillas, al alcance del más simple de los espectadores, con una intención didáctica y a veces, con un aire casi artesanal, que prima el arte como vehículo para transmitir una idea, en este caso de tipo religioso, antes que buscar la belleza, el lucimiento del artista o la asunción de retos artísticos.