En 1949 se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió con diversos artistas, como Enrique Gran, Amalia Avia y Lucio Muñoz, con los que conformo lo que se ha venido a llamar «Escuela madrileña».
Tras terminar sus estudios, realizó sus primeras exposiciones individuales en 1957 y 1961 en Madrid, mientras trabajaba tanto en esta ciudad como en la localidad que lo vio nacer.
[7] Con estas palabras Antonio López resume su particular modo de acercamiento al objeto a pintar.
Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una realización lenta y meditada, hasta que el artista consigue plasmar la esencia del mismo en el lienzo.
Tampoco parece tarea fácil vincular la obra de López con las tendencias realistas europeas más recientes, o con el hiperrealismo americano, corriente de la que no se considera cercano.