Monarquía autoritaria

En el camino se van formando los estados-nación, en torno a conceptos de lengua, religión y mercados nacionales, conceptos quizá problemáticos en esos siglos, pero sin cuyo desarrollo inicial sería incomprensible el surgimiento del nacionalismo en la Edad Contemporánea.

La decidida apuesta por la expansión marítima (Enrique el Navegante) convertirá a Lisboa en una metrópoli mundial en la Edad Moderna.

No obstante, su reducido peso estratégico en el continente europeo, así como su subordinación a los intereses de la Monarquía Hispánica en un periodo clave (1580-1640), le restarán protagonismo.

La monarquía de los Reyes Católicos, fue el origen del Estado Moderno en los reinos hispánicos.

Su matrimonio significó unir bajo una misma corona los dos mayores Estados de la península ibérica.

Un conjunto territorial muy disperso sobre el que no puede ejercerse un poder homogéneo ni centralizado.

Ese extensísimo territorio de Europa Oriental (la República de las Dos Naciones) no alcanzó a conformar una monarquía autoritaria, como habían pretendido reyes anteriores de esta dinastía, en buena parte por el gran poder que retuvieron los nobles en su original sistema político: "Rex regnat et non gubernat" (el rey reina, pero no gobierna).

[5]​ La expresión, en cambio, es muy utilizada en los medios académicos españoles[6]​ y en la programación de asignaturas en la Universidad.

La representación de las fuerzas sociales representadas estamentalmente (Cortes en los reinos ibéricos, Estados Generales en Francia o Parlamento en Inglaterra) da a los reyes la capacidad y el escenario perfecto para desempeñar su papel arbitral, en el que va quitando poderes a todos ellos (obteniendo los impuestos que necesita, eludiendo las peticiones que, no obstante, escucha...) los aspectos protocolarios y de prelación son a veces decisivos (quién habla primero, o qué se vota primero, si los dineros del rey o las súplicas del reino).

Sin embargo, cuando la monarquía sea lo suficientemente poderosa, la institución parlamentaria dejará de ser necesaria.

Sus sucesores irán recuperando el prestigio real hasta llegar a un punto en el que Juan II de Castilla, apoyado en su valido Álvaro de Luna, puede ser considerado un rey autoritario.

En la segunda se encontrarían los artesanos pañeros de las ciudades del centro castellano, principalmente Segovia y Toledo (lo que podría llamarse baja burguesía) así como el patriciado urbano de esas mismas ciudades (regidores y caballeros, lo que podría llamarse baja nobleza), partidarios de cerrar esa línea para tener lana barata en Castilla y hacer paños.

Ese determinismo socioeconómico se ve mucho más matizado si se baja al detalle, porque intervienen los campesinos, los conversos, clérigos de muy distintos niveles y órdenes religiosas, intereses cruzados de familias e individuos e instituciones como las Cortes o los ayuntamientos.

[12]​ La dinastía Borbón en Francia evolucionará hacia el modelo absolutista, que los Habsburgo españoles, a pesar del intento de centralización fracasado del Conde-Duque de Olivares, no conseguirán.

El mapa político de Europa occidental , a comienzos de la Edad Moderna (1525), dibuja claramente los primeros estados que han desarrollado monarquías autoritarias: Portugal , Francia , Inglaterra y España , incluida en el Imperio de Carlos V , irá definiendo su personalidad más acusadamente desde el reinado de su hijo Felipe II , y de forma mucho más clara con los Borbones , ya con monarquía absoluta . Las monarquías escandinavas se están asentando. Europa Central y Oriental no tienen unidades políticas de dimensiones comparables, a excepción de Polonia .
La ciudad de Toledo , centro artesanal castellano durante la Baja Edad Media , entró en crisis en el siglo XVI , sin perspectivas de que sus intereses económicos fuesen tenidos en cuenta tras la Guerra de las Comunidades , pasando a ser una ciudad de hidalgos y conventos a la sombra de la poderosa Catedral , lo que ha permitido que su casco histórico se haya preservado sin gran alteración hasta hoy. La presencia del Alcázar , simbolizaba el poder real, como en Segovia, Madrid, Córdoba, Sevilla... en un momento en que la corte era itinerante y no se había fijado la capital . Toledo fue testigo de numerosos conflictos sociales, entre los que destacan la revuelta anticonversa de Pedro Sarmiento y la Guerra de las Comunidades , en la que protagonizó el asedio final.