Asimismo, toda su obra está marcada por las que fueron sus cuatro grandes pasiones en la vida: la arquitectura, la naturaleza, la religión y el amor a Cataluña.
Esta percepción de las figuras como objetos maleables y casi esculturales, lo llevaron a desarrollar su estilo tan característico en el futuro.
En 1868 se trasladó a Barcelona para cursar enseñanza media en el Convento del Carmen de la ciudad condal.
Gracias a ello no tuvo que entrar en combate, pues coincidió en esas fechas con la Tercera Guerra Carlista.
Pese a la aparente contradicción entre los ideales utópicos de su juventud y su posterior adscripción a posiciones más conservadoras, la evolución puede resultar natural si tenemos en cuenta la profunda espiritualidad del arquitecto; en palabras de Cèsar Martinell, “sustituyó la filantropía laicista por la caridad cristiana”.
Al parecer, tan solo en una ocasión se sintió atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense, hacia 1884, pero no fue correspondido.
[44] La apariencia personal de Gaudí —de rasgos nórdicos, pelo rubio y ojos azules— sufrió una radical transformación con el paso del tiempo: de ser un joven con aspecto de dandi (trajes caros, pelo y barba bien arreglados, gustos de gourmet, frecuente asistencia al teatro y a la ópera, incluso visitaba las obras montado en su carruaje), pasó en su vejez a la más estricta sencillez, comiendo con frugalidad, vistiendo trajes viejos y gastados, con un aspecto descuidado, tanto que a veces lo tomaban por mendigo, como por desgracia pasó en el momento del accidente que le provocó la muerte.
Se conservan algunas frases suyas recogidas por algunos de sus ayudantes y discípulos, principalmente Josep Francesc Ràfols, Joan Bergós, Cèsar Martinell e Isidre Puig i Boada.
Su figura comenzó a ser reivindicada en los años 1950, por Salvador Dalí en primer lugar, seguido del arquitecto Josep Lluís Sert.
También es de remarcar el gran éxito obtenido por Gaudí en Japón, donde su obra es muy admirada, destacando los estudios realizados por Kenji Imai y Tokutoshi Torii.
Más tarde, sigue la corriente neogótica de moda en el momento, siguiendo los dictámenes del arquitecto francés Viollet-le-Duc.
Finalmente, desemboca en su etapa más personal, con un estilo naturalista, individual, orgánico, inspirado en la naturaleza, en el que realizará sus obras maestras.
[83] Otros arquitectos en que se percibe de forma indirecta su influencia fueron Salvador Valeri, Jeroni Granell, Eduard Maria Balcells, Rafael Masó y Josep Goday.
[89] Además de arquitecto, Gaudí fue urbanista y paisajista, procurando siempre ubicar sus obras en el entorno más adecuado, tanto natural como arquitectónico.
[95] Gaudí comenzó su carrera profesional durante sus estudios universitarios, ya que para pagarse los estudios trabajó como delineante para varios de los mejores arquitectos que destacaban en la Barcelona del momento, como Joan Martorell, Josep Fontserè, Francisco de Paula del Villar y Lozano, Leandre Serrallach y Emilio Sala Cortés,[27] así como el ingeniero Josep Serramalera, de la firma Padrós y Borrás.
Finalmente no se llevó a cabo, y los planos del proyecto fueron destruidos en el saqueo de la Sagrada Familia en 1936.
[109] Ese mismo año recibió el encargo para construir un pabellón de caza y unas bodegas en una finca llamada La Cuadra, en Garraf (Sitges), propiedad del magnate Eusebi Güell.
Finalmente el pabellón no se llevó a cabo, construyéndose tan solo las bodegas unos años más tarde.
Está estructurada en cuatro niveles o plantas, con tres fachadas y un amplio jardín, con una fuente monumental de ladrillo formada por un arco parabólico encima del cual había un paso entre columnas.
Gaudí utilizó el arco en parábola como elemento constructivo idóneo, capaz de aguantar pesos elevados mediante perfiles poco gruesos.
El pórtico de entrada tiene tres grandes arcos abocinados, hechos con sillares separados entre sí por contrafuertes inclinados.
Para esta obra contó con la colaboración de sus ayudantes Domingo Sugrañes, Juan Rubió y José Canaleta.
También para Graner diseñó un chalet en la Bonanova, del que solo se construyó los cimientos y la puerta principal, con tres aperturas: para personas, carruajes y pájaros; el edificio habría tenido una estructura semejante a la Casa Batlló o a la portería del parque Güell.
En esta misma localidad realizó entre 1905 y 1907 los jardines de Can Artigas, en la zona llamada Fuente de la Magnesia, por encargo del industrial textil Joan Artigas i Alart; intervinieron en esta obra operarios que habían trabajado en el Parque Güell, realizando un proyecto parecido al del famoso parque barcelonés.
Lamentablemente, solo se construyó la nave inferior de la iglesia, ya que a la muerte del conde Güell en 1918 sus hijos abandonaron el proyecto.
Ideó un conjunto plenamente integrado en la naturaleza, reflejo del concepto que Gaudí tenía de la arquitectura como estructura orgánica.
Por su parte, el jubé se encuentra en una fachada lateral del edificio, y está formado por un balcón rodeado de coros, con una crucifixión encima.
Desde 1915 Gaudí se dedicó prácticamente en exclusiva a su obra cumbre, la Sagrada Familia, que supone la síntesis de toda la evolución arquitectónica del genial arquitecto.
Este proyecto no se llevó a cabo, aunque en la actualidad existe la intención de retomarlo —por parte del arquitecto chileno Christian Matzner—, y construir por fin una obra diseñada por Gaudí en el Nuevo Continente.
Desde entonces Gaudí trabajó ya exclusivamente para la Sagrada Familia, hasta el fatídico día del accidente que le causó la muerte.