En los primeros años del siglo XX tuvo una rivalidad con la Naviera Pinillos.
Pero, según información de la propia compañía, no dio buenos resultados y fue suspendido en 1891.
[4] En los actos de Celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América, en 1892, la Trasatlántica ofreció sus servicios, y el Vapor Joaquín Piélago, que había sido botado ese año, participó en la fiesta naval que se celebró en Huelva, distinguiéndose entre las casi cien embarcaciones de diferentes nacionalidades que rindieron honores a Colón, sirviendo como hotel flotante a los invitados extranjeros.
Muchos barcos de esta compañía cooperaron con la Armada Española durante la guerra.
Algunos buques tuvieron éxito y consiguieron burlar el boqueo, mientras que otros fueron hundidos o hubieron de abandonar el intento.
Construidos en Escocia e Inglaterra respectivamente, causaron sensación por su velocidad, potencia, tamaño y lujosas instalaciones.
El episodio más notable se produjo en 1918 cuando el Reina Victoria Eugenia fue obligado a fondear en Gibraltar para ser inspeccionado por el Almirantazgo británico.
Los servicios de inteligencia británicos sospechaban que a bordo iban dos pasajeros alemanes en edad militar; sin embargo, se trataba de civiles que viajaban bajo pabellón neutral.
[9] La neutralidad española durante la guerra permitió continuar la navegación de la Trasatlántica la cual con muchos riesgos logró que la bandera azul y blanca fuese casi el "único correo del mundo" según palabras del escritor Salvador Rueda: En 1920, pasados los difíciles años de la guerra, la Compañía Transatlántica lleva a cabo una considerable expansión y modernización de la flota con la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN).
[11] Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, fallece en 1925.
Entre el final de esta década trágica para la compañía y 1974, la CTE liquida prácticamente toda su flota.
[13] En 2010 la Trasatlántica entró en concurso de acreedores y en 2012 la sociedad se disolvió por decisión judicial.
[14] A mediados del siglo XIX, el edificio que hoy alberga el Hotel 1898 era un seminario conciliar, hasta que en 1880 el arquitecto Josep Oriol Mestres lo proyectó como residencia particular de Antonio López y López, marqués de Comillas, quién tenía también allí su negocio familiar: la Compañía Transatlántica.
Justo entonces se abrió a la calle Xuclà, en cuya esquina se encuentra la escultura de Mariano Fortuny, obra de los hermanos Miquel y Llucià Oslé e indisolublemente vinculada a la estructura del edificio desde 1942.
Ambos símbolos atestiguan los vínculos comerciales de Barcelona con las colonias españolas en ultramar.
La Transatlántica llegó a tener una moderna y lujosa flota de vapores y transatlánticos en periodo de esplendor a comienzos del siglo XX, cuando esta ruta era la más floreciente.