Así, en las zonas de montaña, el material más usado ha sido la piedra sin pulir.
El tejado solía ser con dos vertientes, horizontales a la fachada, aunque también se construían, de forma menos frecuente, techumbres perpendiculares.
Los animales podían estar en el primer piso o tener un establo independiente.
Si la masía disponía de un tercer piso, este se destinaba a granero.
Numerosas masías se han transformado en casas adaptadas para el turismo rural y la hostelería.