La villa fue saqueada durante la Guerra de los Segadores, conflicto que afectó a su economía y del que no se recuperó hasta los inicios del siglo XVIII.
Sus cosechas se vieron también diezmadas en 1687 debido a una plaga de langosta.
No quedan rastros de las antiguas fortificaciones que rodearon la ciudad en la Edad Media, aunque el núcleo antiguo del pueblo sigue conservando su estructura medieval y pueden verse algunas casas con dovelas.
En las afueras del pueblo se encuentra Mas Palomera, perteneciente también a la familia Peirí.
La iglesia parroquial está dedicada a Juan el Bautista y es de escaso interés arquitectónico.