Su autoría no está documentada, pero por su concepción estructural y semejanza estilística parece bastante probable atribuirla a Antoni Gaudí o alguno de sus colaboradores, por su afinidad con varias de sus obras, especialmente el parque Güell.
A principios del siglo XX se edificó una nueva iglesia, en estilo neogótico.
El jardín original tenía más elementos actualmente desaparecidos, de menor relevancia, como puentes, bancos y fuentes.
Por otro lado, en la actualidad el lago está seco, así como la cascada que surgía de unas fuentes en la cueva artificial.
[8] Tiene planta semicircular, con un cubierta de bóveda parabólica nervada sostenida por unas estructuras verticales adosadas con forma semicilíndrica.
Tienen un tamaño y disposición irregular, con un movimiento ascendente-descendente que forma una composición sinusoidal.
Por ello, no se trataría en absoluto de una imitación, sino que hace suponer una autoría común, un proceso creativo llevado en paralelo en ambas obras.
De no ser así serían de un autor totalmente desconocido que no habría dejado otros vestigios similares con posterioridad, sino esta obra solitaria que, por su audacia estructural, sería casi inconcebible verla como obra única y primeriza de un autor incipiente.
Ello supondría además que Gaudí se habría copiado de esta solución en su obra posterior, hipótesis poco probable dada la innata originalidad del arquitecto, que nunca gustó de emular a otros artífices de su época y desarrolló un estilo personal y sin parangón en su tiempo.
[14] Cabe remarcar que Gaudí pasaba a menudo por el centro psiquiátrico en los años en que estuvo trabajando en la cripta de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló, localidad cercana a San Baudilio.
Generalmente cogía el tren hasta Cornellá, desde donde proseguía en carruaje, pasando por el manicomio, que al estar regentado por una orden religiosa es probable que mantuviese algún contacto con el arquitecto, de fuerte religiosidad.