Tiene un convento anexo que perteneció a la Congregación de Clérigos Seculares del Oratorio.
Como consecuencia, hubo 42 víctimas mortales, en su mayoría niños que eran alumnos de la escuela San Felipe Neri, al hundirse el techo del sótano donde se habían refugiado.
Una leyenda urbana atribuye la mayoría de estos impactos a los fusilamientos habidos en esa plaza por parte de las fuerzas profranquistas cuando éstos tomaron la ciudad, no a la metralla, pero no es cierto, pues en fotografías tomadas después del bombardeo ya puede apreciarse la fachada tal y como está en la actualidad.
El acceso, adintelado, está flanqueado por pilastras cajeadas y coronado por una cornisa recta, que en su centro se curva para albergar un escudo.
Sobre el acceso principal se sitúa un segundo cuerpo con una hornacina con la imagen del santo, enmarcada igualmente con pilastras.