Gaudí proyectó una serie de actuaciones como desmontar el retablo barroco del altar mayor, dejando a la vista la cátedra episcopal, desplazar el coro del centro de la nave y situarlo en el presbiterio, dejar expedita la capilla de la Trinidad, colocar nuevas cantorías y púlpitos, decorar la catedral con iluminación eléctrica, abrir los ventanales góticos de la capilla Real y dotarlos de vidrieras, situar un gran baldaquino sobre el altar mayor y completar la decoración con pinturas y mosaicos.
[2] El arquitecto reusense afrontó este reto con gran entusiasmo, ya que era un admirador de la seo mallorquina.
El rey había prometido que si recuperaba la isla de manos musulmanas erigiría un templo en honor a la Virgen María.
[14] La catedral se construyó en estilo gótico levantino, con planta de salón de tipo basilical, al estilo alemán (hallenkirche), con tres naves sin girola ni crucero y cabecera con tres ábsides, con numerosas capillas laterales entre los contrafuertes.
[11] El conjunto presenta dieciséis capillas laterales entre los contrafuertes, ocho por cada lado, de las cuales dos corresponden a los portales laterales (del Mirador y de la Almoina) y otras dos se encuentran en el ábside.
Las naves están separadas por catorce pilares, siete por cada lado, muy separados entre sí, lo que otorga una gran sensación de espaciosidad, que se acentúa por la altura y delgadez de dichos pilares.
Exteriormente, sus tres espacios diferenciados tienen una altura creciente, desde la absidiola alta (capilla de la Santísima Trinidad), seguida del ábside mayor o presbiterio (capilla Real) y el conjunto de tres naves.
En 1840 surgió un proyecto que ya preveía la traslación del coro, así como la restauración de la fachada.
En 1854 se designó al arquitecto Juan Bautista Peyronnet como director de las obras, que se centraron en la nueva fachada, construida en un estilo neogótico inspirado en la Catedral de Orvieto.
El día 29 de ese mes expuso sus ideas al cabildo catedralicio.
En plena Semana Santa, pudo comprobar cómo se celebraban las nuevas solemnidades litúrgicas en el espacio ganado en la nave central.
[28] En 1914, Gaudí empezó a tener problemas con el cabildo catedralicio, al que no gustaban algunas de las modificaciones efectuadas por el arquitecto, especialmente la intervención de Jujol en las sillas del coro, que consideraban demasiado atrevida.
Tras esta discusión, Gaudí abandonó las obras, hecho que se mostró irreversible cuando al año siguiente murió el obispo Campins.
Se unifican en ella la mecánica, la construcción y la estética para llegar a un alto grado de sinceridad.
[29] El proyecto que Gaudí presentó en 1903 al obispo Campins incluía las siguientes modificaciones: desmontar y trasladar los dos retablos situados frente a la cátedra episcopal, dejando la misma a la vista de los fieles; situar el altar mayor frente a dicha cátedra y colocar un baldaquino sobre el altar; trasladar el coro de la nave central al presbiterio; restaurar los dos púlpitos; abrir los ventanales tapiados y colocar vitrales en su lugar; instalar una nueva iluminación eléctrica para el interior del templo; decorar el espacio del interior con mobiliario diverso, así como elementos de forja, cerámica y pintura.
Con estas actuaciones dejó expedita la nave central, permitiendo una comunicación directa entre los fieles y los oficiantes.
Asimismo, las otras figuras del retablo fueron trasladadas a los muros laterales de la capilla Real: san Juan Bautista, Santiago el Mayor, san Juan Evangelista, santa María Magdalena, santa Eulalia y santa Bárbara, que fueron instaladas en doseles de estilo historicista que diseñó Gaudí.
En la propia cátedra figuran una serie de dibujos de animales marinos en grafito, así como el escudo del obispo Campins, mientras que alrededor figuran varias inscripciones en hierro forjado y dorado, pertenecientes a un fragmento del pontifical de los obispos: tribuas ei domino cathedram espiscopalem en la parte superior, ad regendum ecclesiam tuam a la izquierda, y te plebem sibi commissam a la derecha.
[41] Gaudí diseñó también la verja del presbiterio, realizada en hierro forjado, que decoró con los escudos de Mallorca y Aragón.
Para su decoración, diseñó unos pergaminos de madera con las frases del Himno a San Juan Bautista, que dieron origen a las notas musicales (ut, re, mi, fa, sol, la, si).
[8] Para el proyecto de iluminación, Gaudí contó con la colaboración del ingeniero mallorquín Felicià Fuster.
En su elaboración intervinieron los pintores Joaquín Torres García, Iu Pascual y Jaume Llongueras,[42] así como el escultor Vicenç Vilarrubias, que realizó las fotografías para los estudios preparatorios.
[65] Los otros seis vitrales fueron finalmente colocados en los años 1980, con diseños de Pere Cánovas.
[67] La escalera está elaborada en madera policromada, hierro forjado y fieltro, con unas medidas de 180 × 135 × 235 cm.
Gaudí quería trasladar las tumbas de los reyes mallorquines Jaime II y Jaime III a la capilla de la Santísima Trinidad, situada tras la cátedra episcopal, anteriormente tapada por los retablos.
Se habrían situado bajo los arcos laterales, con la construcción de unos sarcófagos para los monarcas del antiguo reino mallorquín.
Gaudí elaboró una maqueta del proyecto a escala 1:5, realizada por Vicenç Vilarrubias, así como un dibujo que se conserva en el archivo de Guillem Reynés.
Por su parte, en el exterior estaba prevista la reforma de las cubiertas del templo, donde se construirían pináculos y un campanario.
[71] Cabe reseñar el proyecto que había imaginado Gaudí para la capilla de la Santísima Trinidad, tal como puede observarse en la maqueta: la capilla habría estado presidida por un conjunto escultórico que contendría la imagen de la Virgen original del retablo gótico, rodeada por una aureola sostenida por ángeles tenantes y flanqueada de las figuras del Padre y el Hijo, así como, por encima, la paloma del Espíritu Santo.
Estos sepulcros fueron realizados en 1947 con un proyecto del arquitecto Gabriel Alomar Esteve y con unas esculturas yacentes de Frederic Marès.