Los arquitectos modernistas ya eran —quizá por respeto a los recursos estéticos de la albañilería mediterránea— aficionados al uso de baldosas cerámicas, pero fue Antoni Gaudí quien propuso un sistema que se consideró inédito: el «trencadís».
Relata una anécdota de la vida del artista, que Gaudí fue al taller de Lluís Brú y al ver como colocaban las piezas, agarró una baldosa y una maceta y rompiéndola exclamó: «A puñados se tienen que poner, si no, no acabaremos nunca».
[3] Se ha considerado a Josep Maria Jujol el encargado de aplicar esa 'técnica' y quien le dio la personalidad característica.
También se utilizaron baldosas de cerámica y el mosaico con la técnica del opus tessellatum.
En esta finca, la arquitectura sinuosa convirtió en necesidad romper baldosas donde no se podían utilizar enteras.