El palacio fue encargado a Gaudí por Eusebio Güell, quien sentía una gran admiración por el arquitecto y financió varias de sus más conocidas obras.
[1] Gaudí puso todo su empeño en esta obra, ya que era su primer encargo importante, y muestra de ello es que llegó a idear hasta veinticinco soluciones distintas para el diseño de la fachada.
[3] Esta obra pertenece a la etapa orientalista de Gaudí (1883-1888), periodo en que el arquitecto realiza una serie de obras de marcado gusto oriental, inspiradas en el arte del Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón), así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí.
Después de estudiar Derecho, Economía y Ciencias Aplicadas en Barcelona, Francia e Inglaterra, fue el fundador con Ferran Alsina de la Colonia Güell, una colonia obrera dedicada a la industria textil.
[6] Desde entonces empezó una larga amistad y una fructífera relación profesional, ya que el industrial fue el principal mecenas del arquitecto.
Estas casas albergaban entonces una vaquería y diecisiete domicilios arrendados, cuyas familias tuvieron que ser desalojadas.
Asimismo, en 1954 se estableció en el palacio el Museo del Teatro, hasta su traslado igualmente en 1996.
Por último, entre 2004 y 2011 se efectuó una nueva restauración completa del edificio a cargo de Antoni González, que actualmente está abierto al público y se puede visitar en su totalidad.
Esta ampliación permitirá abrir nuevos espacios de exposición en el edificio original gaudiniano, destinados hasta ahora a oficinas y servicios complementarios y que ahora se podrán abrir al público.
Entre otros, se prevé que puedan ser visitados espacios como la biblioteca o el despacho de Eusebio Güell, que hasta ahora no se podían ver en una visita normal.
La medianera del lado este fue en principio fachada vista, por lo que fue rebozada y pintada con un fresco de Aleix Clapés que representaba a Hércules buscando las Hespérides, inspirado en el poema L'Atlàntida de Jacinto Verdaguer, hoy desaparecido.
Siendo la calle tan poco ancha, resulta difícil observar la fachada en su totalidad, que sin embargo está diseñada con una gran monumentalidad.
Por último, el tercer nivel corresponde al segundo y tercer piso, con la piedra trabajada con punzón: el segundo piso presenta cinco ventanas flanqueadas por dos balcones, mientras que en la parte derecha (la de servicio) se encuentra una pequeña tribuna apoyada sobre tres cartelas y con un coronamiento de forma escalonada; el tercer piso contiene una fila de pequeñas ventanas, y está coronado por una balaustrada de forma almenada.
[21] La entrada tiene unas dimensiones impresionantes, pensadas para que los visitantes pudiesen acceder a ella montados en sus caballos, o bien en sus carruajes.
Para los caballos existían en el sótano establos, lo cual en aquella época era totalmente innovador; se accedía a ellos a través de una ingeniosa rampa de forma helicoidal ideada por Gaudí.
El edificio presenta una fachada posterior que da al patio de manzana, dividida en dos órdenes diferenciados: el inferior corresponde a la planta noble, donde se sitúa un patio trasero al que se accede a través del comedor; presenta una ingeniosa tribuna con persianas de madera y revestida en cerámica de colores azul y negro, con dos ventanales metálicos en los costados, y en los flancos dos pequeñas puertas de acceso a la terraza y otra con una pasarela que comunica con el cuerpo lateral anexo del edificio.
Destaca por su cubierta con doble cúpula de perfil paraboloide en el interior y cónico en el exterior, solución típica del arte bizantino.
El órgano se echó a perder durante la Guerra Civil, periodo en el que el metal fue fundido.
[30] Del lado este del salón parte una escalinata que lleva a la tribuna elevada de la planta noble —ya que esta tiene una altura de 6,5 metros—, donde se solían situar los músicos en las fiestas y eventos organizados por los Güell; de aquí se accede a una pequeña sala que fue utilizada como despacho por Àngel Guimerà cuando en el palacio se instaló el Instituto del Teatro.
Del mobiliario de este piso destacan una chaise-longue estilo Segundo Imperio francés, situado en el dormitorio principal y que solía ser usado por la mujer de Güell, y un tocador perteneciente a Isabel Güell, ambos diseñados por Gaudí.
Por último, en el tercer piso (o desván) se encontraban las habitaciones del servicio, la cocina y los lavaderos, mientras que un último tramo de la escalera de servicio accede a la azotea.
Un poco más arriba se encuentran doce pequeños huecos de forma romboidal, que permiten la ventilación del interior, así como mantener el equilibrio térmico.