Reconquista

[3]​ La historiografía tradicional utiliza el término «Reconquista» a partir del siglo XIX como concepto nacionalista español.Desde mediados del siglo XIX, la idea de una «reconquista» se arraigó en España asociada a su creciente nacionalismo y colonialismo.[7]​ La «Reconquista» constituyó para los distintos reinos y señoríos surgidos en el aislamiento del norte montañoso de la Península un proceso restaurador y liberador, no solo del territorio, sino de la numerosa población cristiana hispano-visigoda (mozárabes),[8]​ que permaneció durante siglos en el territorio ocupado.Sin embargo, algunos académicos, como los historiadores Abilio Barbero y Marcelo Vigil,[11]​ han manifestado que el término de «Reconquista» podría ser inexacto, pues los reinos cristianos que «re-conquistaron» el territorio peninsular se constituyeron con posterioridad a la invasión islámica, a pesar de los intentos de estas monarquías por presentarse como herederas directas del antiguo reino visigodo.[12]​ Por otro lado, el término parece confuso, considerando que tras el derrumbe del Califato a comienzos del siglo XI, los reinos cristianos optaron por una política de dominio tributario –parias– sobre las taifas en lugar de una clara expansión hacia el sur, y las pugnas entre las diferentes coronas –y sus luchas dinásticas–, que solo alcanzaron acuerdos de colaboración contra los musulmanes en momentos puntuales.[16]​[17]​ Eloy Benito Ruano, medievalista español, contradijo a Ortega afirmando que la larga duración, ochocientos años, no es un argumento de peso para invalidar la Reconquista como fenómeno: «Argumento que, a nuestro juicio, puede rebatirse con la invocación de tantos procesos y fenómenos históricos como pueden ser, en sus diversas proporciones, el cristianismo, el feudalismo, la institución monárquica...Teniendo esto en cuenta, estos autores afirmaron que: «el fenómeno histórico llamado reconquista no obedeció en sus orígenes a motivos puramente políticos y religiosos (...).[21]​ En 1992, José Miguel Novo Güisán publicó un trabajo donde afirmaba que sí había un alto grado de romanización en los pueblos del norte peninsular ya en el Bajo Imperio Romano, contradiciendo la propuesta de Marcelo Vigil y Abilio Barbero.[35]​ Años más tarde, el mismo Eduardo Manzano Moreno defendió que el vocablo «reconquista» presupone equivocadamente la continuidad entre los reinos y condados cristianos del norte y la Monarquía visigoda anterior a la conquista musulmana de la península ibérica, con lo que al-Ándalus habría sido simplemente un paréntesis histórico en la evolución peninsular.Hubo, pues, ciertas continuidades, pero también cambios dramáticos, y estos últimos no hicieron más que incrementarse con el paso del tiempo hasta llegar a hacer irreconocible la antigua sociedad andalusí».[41]​ En 711 se produjo en la península ibérica la primera incursión musulmana, compuesta por 7000 bereberes enviados por el gobernador Musa ibn Nusair y comandados por Tárik.Zarparon desde el norte de África y entraron en la península ibérica por Gibraltar (que precisamente debe su nombre actual a Tárik, «Jebel al-Tarik»).[cita requerida] Su lugar lo ocupó el gobernador Abd al-Aziz, más conocido por la historiografía como «Musa».Además, la fuerte resistencia de los francos en Aquitania y Septimania les impidió destinar fuerzas a la cornisa cantábrica.[51]​ La sorprendente expansión y consolidación del minúsculo reino con el largo reinado[53]​ de Alfonso II (791-842), quien ya pudo vencer en batalla campal a los musulmanes, recuperó conscientemente la herencia visigoda (officium palatinum), favoreció la creación de monasterios[53]​ y estableció la capital en Oviedo.Esta idea «propagandista» consiguió vincular a la Europa cristiana con el pequeño reino del norte, frente al sur islamizado.Posteriormente su sucesor, Carlomagno, trató de hacer retroceder a los musulmanes mediante una expedición en el valle del Ebro, consiguiendo conquistar Barcelona y Gerona.Tras este fracaso creó la Marca Hispánica como barrera defensiva[54]​ (frontera militar del sur), que con el tiempo dio origen a otros focos cristianos en la península: el reino de Pamplona, los actualmente llamados condados catalanes, y los de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.Su precaria situación quedará demostrada durante el reinado de Abd al-Rahman III (912-961), cuando reconocieron la soberanía del Califato y se convirtieron en estados tributarios.[55]​ En la zona castellana serían incorporadas a territorio cristiano: Clunia, Roa, San Esteban de Gormaz (912) y Osma.Estos campesinos llevaban una vida rudimentaria, basada fundamentalmente en la ganadería y agricultura, constituyendo pequeños núcleos.La primera, a la muerte del rey Alfonso III el Magno, que repartió sus dominios entre tres de sus cinco hijos: García, Ordoño y Fruela.Será bajo su gobierno que la zona islámica peninsular alcanzará su cenit político, económico y cultural.[58]​ En su avance hacia territorios despoblados del sur durante los siglos IX y X se definirán dos zonas: «Castilla Vieja», que correspondería a los territorios al norte del Duero, y lo que quedaría al sur hasta la Cordillera Central o Extrema Dorii, que durante mucho tiempo conservará un derecho propio y unas instituciones urbanas particulares.La economía del reino estaba basada fundamentalmente en la agricultura y el pastoreo, con algunos contactos comerciales con los musulmanes.En Valencia y Alicante, los señoríos cristianos, de menor extensión, se superpondrán a una población musulmana que mantendrá la prosperidad económica.Los condes de Castilla extendieron su control sobre Álava y Guipúzcoa, incorporada en el siglo XIII.Además, la homogeneidad cultural y religiosa (sin población mozárabe) proporcionó al Estado granadino una fuerte cohesión.Los conversos darán lugar a una nueva minoría llamada criptojudíos, perseguidos por el Santo Oficio.Este texto tiene importancia debido a que la Crónica albeldense finaliza su relato en el año 883: Las comunidades cristianas peninsulares, tanto en territorio musulmán como cristiano, desarrollaron su propio rito diferente al del resto de la cristiandad de Occidente.
La Hispania visigoda en el momento de la invasión musulmana, durante la guerra civil
Hispania 721 d. C. una vez finalizada la conquista musulmana de los últimos reyes visigodos cristianos de Narbona
Estatua de Don Pelayo en Covadonga
Miniatura del siglo XIII de Alfonso II de Asturias
Dibujo de la batalla del libro de Cantigas de Alfonso X el Sabio
Guerreros cristianos y musulmanes
Reconquista de las principales ciudades por año superpuesta a las actuales fronteras hispano-lusas
Los reinos de taifas en 1037
Los reinos peninsulares en 1360
Cruz de Peñalba , entregada por Ramiro II al monasterio de Santiago de Peñalba tras la victoria en la batalla de Simancas
Representación de Jaime I de Aragón de la época. Pertenece a los Fueros de Aragón compilados en el Vidal Mayor (1247-1252)
San Miguel de Escalada , levantado en la repoblación de tierras leonesas
Representación de la derrota de las tropas musulmanas en un capitel del monasterio de Sta. Mª la Real de Nieva