Abu Said, confiado en la fortaleza de su plaza, realizó numerosas salidas contra el invasor.
Abu Said pidió ayuda a su hermano el sultán, que no le envió más que unos pocos navíos mal equipados con escasas municiones y víveres.
Abandonado por la perfidia del sultán benimerí, y falto de pertrechos para sostenerse, a pesar de su fuerte posición, Said decidió finalmente rendir la plaza, retornando así al dominio nazarí.
Sin embargo, Yusef, ante las turbulencias políticas de los benimerines, consideró que valía más vivo, y le mantuvo bien atendido.
Cuando el sultán Abu Said Uthman III fue asesinado en 1420, Abu Said fue puesto en libertad y enviado al Norte de África, donde rindió grandes servicios a los granadinos, aunque no lograra ocupar el trono de su hermano.