Toma de Gibraltar (1462)

En 1462 la Corona de Castilla se encontraba en paz con el Reino nazarí de Granada, que se disolvía debido a las luchas internas entre Yúsuf V y su hermano Saad Ciriza.

Alonso de Arcos fue informado por un renegado gibraltareño, Alí el Curro, del mal estado de las defensas de su localidad natal, cuya guarnición había partido a Málaga junto con su alcaide para recibir a Muley Hacén, el hijo del sultán Saad Ciriza, liberado tras ser capturado en la batalla del Madroño.

En los días siguientes, a medida que fueron llegando más refuerzos, los cristianos dudaron si debían retirarse ante la probabilidad de un largo sitio.

Poco después la guarnición propuso entregar la plaza a cambio de que se les permitiera retirarse a Granada con sus bienes y se les pagara el precio de los que no pudieran transportar.

No obstante, contuvo su ira y se avino a continuar según lo acordado.

Enterado de ello, un desairado Rodrigo hizo retirar su bandera y sus hombres.

Ese mismo año, Enrique IV, desechando las reclamaciones nobiliarias, resolvió incorporar la ciudad al dominio real, proclamándose rey de Gibraltar y nombrando alcaide a Pedro de Porras.

La plaza le fue entregada sin resistencia por Medina Sidonia, viendo cómo los Ponce de León se preparaban para combatirle bajo mandato del Rey en caso de que se rebelara contra sus órdenes.