Algunos estudios lo consideran el primer cuerpo policial de Europa sometido a cierta organización y administración gubernamental.
En 1245, Fernando III el Santo creó hermandades policiales en lugares estratégicos para detener la delincuencia en los campos: Ciudad Real y Talavera de la Reina.
Se abrió así una etapa, donde la nueva institución resultante cobrará mayor efectividad al coordinar sus esfuerzos, aumentar el potencial humano y mejorar las estrategias de lucha contra el bandolerismo.
La unidad del cuerpo y la concentración del mando convirtieron a la Santa Hermandad en un auxiliar poderoso de la monarquía, porque los 2000 hombres de guerra que los concejos pagaban «estaban prestos para lo que el Rey o la Reina les mandasen».
El coleto no tenía mangas y, por tanto, dejaba al descubierto las de la camisa, que eran verdes.
El territorio se dividía en ocho provincias (Burgos, Salamanca, Palencia, Valladolid, León, Segovia, Ávila y Zamora), siendo obligatoria la pertenencia a ella.
No obstante, algunos autores afirman que posteriormente cedió en disciplina y eficacia debido fundamentalmente a las siguientes causas: resultar escasa para Ejército permanente y sin embargo excesiva para cuerpo de seguridad; suponer una considerable carga para los pueblos que debían pagarla; y el emplear cada vez más frecuentemente al Ejército regular en misiones de orden público.
Por esta razón, se supone, el pueblo acuñó la expresión «¡A buenas horas, mangas verdes!» como símbolo de inoperancia, tardanza o inutilidad.