Para consolidar su independencia, Ramón I procuró constituir un obispado propio en el Pallars, conseguido gracias a las intrigas de Esclua, y encontrar aliados contra los condes de Tolosa, que aspiraban a recuperar el dominio sobre sus territorios del sur del Pirineo.
Así pues, el conde de Pallars-Ribagorza buscó influir en los estados vecinos: en Navarra, intervino en 905 en el golpe de Estado que entronizó a su sobrino Sancho Garcés I; y en Zaragoza estrechó vínculos con los Banu Qasi.
A la muerte de Ramón II en 970, en Ribagorza se sucedieron sus hijos Unifredo (970–979), Arnaldo (979–990) e Isarno (990–1003).
Pedro, hijo del rey Sancho Ramírez, en vida de su padre, tomó Estada (1087) y Monzón (1089).
Entre las tenencias aragonesas que aparecen persistentemente en la documentación entre 1000 y 1200 se cuentan Benabarre, Benasque, Cajigar, Calvera, Cornudella, Estada, Estadilla, Falces, Fantova, Fraga, Laguarres, Lascuarre, Luzás, Mequinenza, Monclús, Monesma, Monzón, Perarrúa, Puente de Montañana, San Esteban de Litera, San Esteban del Mall, Tamarite de Litera, Troncedo y Viacamp.
En protesta, las Cortes de Cataluña reunidas en Barcelona en 1305 aprobaron un capítulo contrario a la resolución de Zaragoza, declarando que Cataluña se extendía desde Salses hasta el Cinca, pero Jaime II no aprobó este capítulo por lo que quedó definitivamente definido como aragonés.
Dado que Alfonso V murió sin herederos, el condado pasó al rey Alfonso el Magnánimo, quien lo concedió a su hermano Juan, el cual al llegar a ser rey (1458–1479) lo concedió a su hijo Fernando el Católico, hasta que en 1469, lo otorgó a su hijo legitimado Alfonso de Aragón y Escobar, duque de Villahermosa, como Alfonso VI de Ribagorza (1469–1485).
En cuestiones patrimoniales se regían por costumbres locales, muy parecidas a las del condado de Pallars, o por el Fuero de Aragón; que usaban como lengua vulgar el aragonés ribagorzano incluso en zonas donde hoy día se habla castellano, e invocaban siempre el derecho aragonés en las escrituras públicas.
Hasta mediados del siglo XII, Roda protegía e incorporaba la jurisdicción de Lérida.
En 1096, mientras que la sede seguía en Roda, se trasladó el obispado a Barbastro.
Durante el gobierno del conde Martín de Gurrea y Aragón (1550–1578) se produjeron continuamente revueltas en el condado porque muchos ribagorzanos querían pasar a dominio real.
En esa fecha pactó con la Corona la renuncia al condado a cambio de otros títulos.
Como santo patrón del condado de Ribagorza, en un grabado del siglo XVI impreso en Zaragoza figura San Medardo Obispo, en el que se reconoce su valor como intercesor en tiempo de sequía para implorar las lluvias.
San Medardo todavía es patrón de Benabarre y delante del santo se cantan y bailan las pastoradas de Benabarre que divulgó durante los años cuarenta y cincuenta del siglo XX el investigador granadino Ricardo del Arco, en cuyos libros se pueden leer las versiones recogidas por este investigador.