Tuvo lugar en Trento, Sacro Imperio Romano Germánico, una ciudad del norte de la Italia actual, regida por el príncipe-obispo Cristoforo Madruzzo.
Se convocó en parte como respuesta a la Reforma protestante, pero también con el fin de aclarar diversos puntos doctrinales.
Sus objetivos fueron definir la doctrina católica y disciplinar a sus miembros condenando la Reforma Protestante, considerada por la Santa Sede como una herejía.
En la Dieta de Worms (1521) se intentaron zanjar las disputas, pero sin éxito.
En las Dietas posteriores, los príncipes alemanes, tanto protestantes como católicos, continuaron insistiendo en un concilio.
Desde antes de esta crisis extrema, la Iglesia católica había intentado mejorar.
En Italia, se había creado una asociación de seglares piadosos y clérigos, llamada el Oratorio del Amor Divino, que inició sus actividades secretas en 1517, sobre la base del amor al prójimo.
En Alemania se destacó la labor del obispo Nicolás de Cusa.
El espíritu e idea del concilio fue plasmada por la gestión de los jesuitas Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres.
Los obispos no podrían acumular beneficios y debían residir en su diócesis.
Los santos fueron reivindicados al igual que la misa, y se afirmó la existencia del purgatorio.
El protestantismo fue perseguido por la Inquisición en varios países, pero fue principalmente efectiva para con ellos en España, Italia y Portugal.
También creó el Índice, en 1557, por el cual se estableció una censura contra la publicación de pensamientos que pudieran ser contrarios a la fe católica, quemándose muchos libros considerados heréticos.
[cita requerida] Finalmente se convocó un concilio difícil y con continuas interrupciones, en el que se pueden distinguir hasta tres periodos con tres papas diferentes: Paulo III, Julio III y Pío IV.
Julio III, nombrado papa en 1550, entabló inmediatamente negociaciones con Carlos I para reabrir el concilio, lo que tuvo lugar en Trento el 1 de mayo de 1551, pero apenas se celebraron unas pocas sesiones.
Tras el corto papado de Marcelo II (23 días), fue elegido Paulo IV en 1555.
Llevó a cabo reformas en la Iglesia, pero no convocó la continuación del concilio.
Pío IV fue elegido papa en 1559 y se mostró en seguida dispuesto a proseguir el concilio.
Reiteró las invitaciones a los protestantes en los tres periodos y les ofreció salvoconductos.
Esto, unido a las frecuentes escaramuzas militares y al complicado mapa político alemán, hizo que finalmente no acudiesen delegados protestantes.
Los nombres que merecen destacarse por sus contribuciones son Domingo de Soto O.P., Diego Laínez S.J., Alfonso Salmerón S.J., Reginaldo Pole, Jerónimo Seripando O.S.A., Melchor Cano O.P.
Los teólogos y prelados españoles e italianos fueron los más importantes, tanto por su número como por la influencia que ejercieron.
El Concilio de Trento abordó dos temas fundamentales: El problema está en distinguir qué elementos pertenecen a las tradiciones eclesiásticas y qué elementos a la Tradición constitutiva.
Se declararon la Tradición apostólica y las Sagradas Escrituras como las dos fuentes de la revelación.
Reforma de pluralidades, exenciones y asuntos legales del clero.
Aunque no consiguió reunificar la cristiandad, el Concilio de Trento supuso para la Iglesia católica una profunda catarsis.
Se convocó como respuesta a la Reforma Protestante para aclarar diversos puntos doctrinales.
Por otro lado se abordó la reforma de la administración y disciplina eclesiásticas.
Sus decisiones giraron sobre cuatro puntos principales: Además enseñó que: Barcelona Imprenta de Ramón Martín Indar; 1847.