Dieta de Augsburgo

Hubo muchas sesiones, desde el año 952 hasta 1582; pero las más importantes fueron las que se celebraron en los años centrales del siglo XVI, el periodo culminante de la Reforma protestante y las guerras religiosas entre católicos y protestantes.

Allí se proclamó el Interim de Augsburgo, un decreto imperial que pretendía solucionar el problema religioso con algunas concesiones a los protestantes, pero haciendo prevalecer los criterios de Carlos V, incluso contra la opinión del Papa.

El Interim, en su intento de dar prioridad al catolicismo, fue rechazado por muchos príncipes luteranos, que reactivaron la guerra en 1552 ("Guerra de los Príncipes").

El tratado reconocía tanto "la vieja religión" como "la Confessio Augustana",[1]​ estableciendo el principio Cuius regio, eius religio ("a tal rey, tal religión"), que daba a cada príncipe el poder de decidir (entre esas dos, con exclusión de cualquier otra, como la calvinista) la religión de sus súbditos, con algunas excepciones (Declaratio Ferdinandei y Reservatum ecclesiasticum).

Algunas cuestiones quedaron todavía pendientes hasta la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Carlos V recibe la Confessio Augustana o Confesión de Augsburgo en la sesión del 25 de junio de 1530.
El canciller sajón Christian Beyer lee la Confesión de Augsburgo en presencia del emperador Carlos V en 1530.