Este histórico hecho originó una serie de confrontaciones religiosas entre Lutero y la Santa Sede, en las que se vieron involucrados varios principados y nobles alemanes, así como amplios sectores populares que compartían las propuestas religiosas de Lutero.
Mientras tanto, en 1522 aparece en Zúrich y se extiende por Suiza una nueva corriente reformadora liderada por el teólogo Ulrico Zuinglio, de la cual se desprende a su vez otra corriente aún más radical que llevará el nombre de anabaptismo.
El peligro exterior llevó al emperador Carlos V a buscar una postergación del conflicto religioso interno, y para eso convocó a una reunión de la Dieta Imperial (Reichstag), una asamblea de nobles, laicos y religiosos que tenía funciones legislativas.
En ese punto, los príncipes luteranos abandonaron el salón para debatir la posición a adoptar.
Al día siguiente, los luteranos presentaron la Carta de Protesta, en la que sostenían que la autoridad secular no podía imponer su autoridad en materia de fe.
El rey se negó a recibir la carta, pero la misma fue impresa y difundida públicamente.
Esta última es la que se considera la fecha y el texto de la Protesta.
Casi simultáneamente, el emperador convocó a una nueva Dieta en Augsburgo donde los luteranos presentaron las importantes Confesiones de Augsburgo, redactadas por Philipp Melanchthon, considerado uno de los textos básicos del protestantismo y parte del Liber Concordiae luterano.
Iniciándose con la guerra austro-prusiana un proceso de unificación que culminaría en 1871, con el Imperio Alemán.