La Reforma luterana estaba creando una escisión no solo religiosa, sino también política en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico.
Los opositores al emperador Carlos V formaron la Liga de Esmalcalda y desafiaron la autoridad imperial.
Por razones no confesionales, sino estratégicas, contaban con el apoyo del protestante duque Mauricio de Sajonia.
Habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla y se consideraban protegidas por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable.
Aprovechando la oscuridad de la noche y la densa niebla que poblaba la zona, pequeños grupos de veteranos españoles e italianos cruzaron a nado y eliminaron a los pocos centinelas sajones que vigilaban la otra orilla.
Tan pronto como tuvo noticia del avance imperial, el Elector pensó en retirarse hacia Wittenberg.
La huida de Innsbruck supuso una humillación para el emperador y además fracasó estrepitosamente al intentar recuperar Metz (1553).