Alteraciones de Aragón

Antonio Pérez fue acusado de herejía por haber blasfemado al quejarse a sus allegados por su persecución.

[11]​ Las ciudades, villas y comunidades respondieron condenando el motín y pidiendo el castigo de sus promovedores, con lo que quedó aislada Zaragoza, donde todos los alborotadores parecían haberse congregado.

[14]​ Los amotinados volvieron a responder con amenazas y violencia, imposibilitando la ejecución de lo dispuesto por la Diputación.

[16]​ Viendo cómo evolucionaba su caso, Pérez intentó fugarse de la cárcel de los manifestados y, descubierto, el justicia ordenó su trasladado a una prisión más segura y mejor guardada.

El virrey aprobó lo acordado y fueron todos a la cárcel de los manifestados para proceder al traslado.

Convocada por las campanadas, una multitud se había acumulado ante la cárcel donde Antonio Pérez estaba preso.

El justicia, respaldado por cuatro de sus cinco lugartenientes, confirmó el contrafuero y ordenó la resistencia a las tropas reales, con lo que las autoridades forales del reino declararon formalmente la guerra a su rey.

También se pidió ayuda al principado de Cataluña y al Reino de Valencia[33]​ El rey rechazó los argumentos presentados, diciendo que el ejército no entraba a imponer una jurisdicción extranjera, sino a apoyar a las autoridades civiles y eclesiásticas de Aragón para que pudieran restablecer su autoridad y jurisdicción.

[37]​ Algunos consistorios enviaron fuerzas a Zaragoza, pero fueron mucho menores de lo que se esperaba.

La mayoría de las ciudades y universidades contestaron al Justicia con una carta conjunta diciéndole que no iban a resistir al rey para así proteger a los quebrantadores de sus propias leyes.

Los catalanes trataron de interceder ante el rey para que no dejase entrar al ejército, pero sin éxito.

[47]​ Al saberse la noticia en el campamento de Utebo, las tropas se dispersaron en todas las direcciones,[48]​ huyendo Antonio Pérez y sus principales partidarios a Bearn (Francia).

Los nobles preferían aceptar la autoridad del rey como garante de sus privilegios, aun cediendo poder en los fueros.

Un intento centralizador hubiera requerido abolir los fueros en Cataluña y Valencia, las cuales no le dieron razón para ello, pues fueron leales al rey durante la revuelta.

Pero no perdió la oportunidad para erosionar algunos poderes de la nobleza aragonesa a su favor limitando los fueros.

Estatua de Juan V de Lanuza en el monumento al justiciazgo en Zaragoza
El rey Felipe II de España en armadura, retratado por Alonso Sánchez Coello (1570).
Antonio Pérez liberado de la prisión el 24 de septiembre de 1591 .
Las tropas reales entrando en Zaragoza.