[3] Por su parte, el hispanista francés Joseph Pérez ha destacado las semejanzas que existen entre esta expulsión y la persecución de los judíos en la Hispania visigoda casi mil años antes.
[7] En los reinos cristianos, destaca Kamen, tanto judíos como musulmanes eran tratados "con desprecio" y las tres comunidades "vivían existencias separadas".
[8] En los reinos musulmanes, por otro lado, los cristianos y judíos eran obligados a pagar un impuesto para poder profesar su religión.
Como ha señalado Joseph Pérez, "el judaísmo español nunca se repondrá de esta catástrofe".
[16] La comunidad hebrea "salió de la crisis no sólo físicamente disminuida, sino moral e intelectualmente destrozada".
[20] Tras el período crítico de 1391-1415, disminuye la presión sobre los judíos, que recuperan sus sinagogas y los libros que les habían sido confiscados, y pueden eludir ciertas obligaciones, como llevar la rodela bermeja o acudir a los sermones de los frailes.
[22] Sin embargo, según Joseph Pérez, no se debe exagerar el papel de los judíos en la corte.
"En realidad, los judíos españoles en el momento de su expulsión no formaban un grupo social homogéneo.
[27] En el siglo XV el problema principal deja de ser los judíos para pasar a ser los conversos, cuyo número, según Joseph Pérez, estaría cercano probablemente a las doscientas mil personas.
[29] En el siglo XV los puestos abandonados por los judíos son ocupados en su mayoría por los conversos, que se concentran allí donde habían florecido las comunidades judías antes de 1391.
[47] Los primeros inquisidores nombrados por los reyes llegan a Sevilla en noviembre de 1480, "sembrando en seguida el terror".
[48] En sus investigaciones, los inquisidores descubrieron que desde hacía tiempo muchos conversos se reunían con sus familiares judíos para celebrar las fiestas judaicas e, incluso, asistir a las sinagogas.
[52] Es posible que algunos judíos prominentes intentaran anularlo o suavizarlo, pero no tuvieron ningún éxito.
Entre estos judíos destaca Isaac Abravanel, que le ofreció al rey Fernando una suma de dinero considerable.
[53] Según el historiador israelí Benzion Netanyahu, citado por Julio Valdeón, cuando Abravanel se entrevistó con la reina Isabel ésta le dijo: "¿Creéis que esto proviene de mí?
[56] Según Joseph Pérez, que los reyes encargaran la redacción del decreto a Torquemada "demuestra el protagonismo de la Inquisición en aquel asunto".
Los judíos más destacados, con pocas excepciones, entre las que sobresale la de Isaac Abravanel, decidieron convertirse al cristianismo.
A continuación se relatan las medidas tomadas hasta entonces por los reyes para poner fin a la comunicación entre la comunidad judía y los conversos, causa fundamental, según los reyes y la Inquisición, de que los cristianos nuevos judaícen.
[70][71] También parecen descartados los motivos personales de los reyes, porque todo indica que estos no sentían ninguna repugnancia hacia judíos y conversos.
[74] Como ha destacado Joseph Pérez, con la expulsión "se pone fin a una situación original en la Europa cristiana: la de una nación que consiente la presencia de comunidades religiosas distintas", con lo que "vuelve a ser una nación como las demás en la cristiandad europea".
En las otras dos versiones no se lee una sola mención, ni siquiera la menor alusión, a este asunto.
"Lo que les preocupaba [a los reyes] era la asimilación total y definitiva de los conversos; fracasadas las medidas anteriores, acuden para ello a una solución drástica: la expulsión de los judíos para arrancar el mal".
[…] Los Reyes Católicos toman la idea a su cuenta pero esto no quiere decir que obran bajo la presión de los inquisidores.
[79] Sin embargo, "asimilación" es en esta cita un eufemismo: lo que se le ofrecía a los sefaraditas era de hecho la conversión a una fe que no era la suya propia, de ahí su emigración en masa (hacia los diferentes rumbos indicados en el mapa adjunto).
Como ha destacado Joseph Pérez, "en 1492 termina, pues, la historia del judaísmo español, que solo llevará en adelante una existencia subterránea, siempre amenazada por el aparato inquisitorial y la suspicacia de una opinión pública que veía en judíos, judaizantes e incluso conversos sinceros a unos enemigos naturales del catolicismo y de la idiosincrasia española, tal como la entendieron e impusieron algunos responsables eclesiásticos e intelectuales, en una actitud que rayaba en el racismo".
Asimismo pudieron recuperar todos sus bienes por el mismo precio al que los hubieran vendido.
El sultán Bayaceto II dio órdenes para que fueran bien acogidos, y su sucesor Solimán el Magnífico exclamó en una ocasión refiriéndose al rey Fernando: "¿A éste le llamáis rey que empobrece sus estados para enriquecer los míos?".
[90] En el norte de África, los judeoespañoles que llegaron, modificaron la cultura judeoárabe y se generaron nuevas realidades judeomagrebíes.
[92] Estos, además de su religión, "guardaron asimismo muchas de sus costumbres ancestrales y particularmente conservaron hasta nuestros días el uso de la lengua española, una lengua que, desde luego, no es exactamente la que se hablaba en la España del siglo XV: como toda lengua viva, evolucionó y sufrió con el paso del tiempo alteraciones notables, aunque las estructuras y características esenciales siguieron siendo las del castellano bajomedieval.
[80] Acerca del judeoespañol como fenómeno sociocultural e identitario, escribió García-Pelayo y Gross en el siglo XX: