Ese hecho motivó que el papa Alejandro VI concediese a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos en 1496.Además, el conflicto estuvo sujeto a numerosas vicisitudes bélicas y civiles.En el bando musulmán fueron notables los enfrentamientos internos entre distintas facciones que favorecieron el éxito de sus contrarios.[4] También era moderna la condición del ejército vencedor, al que, a pesar de su heterogénea composición, o precisamente por ella (acudieron todo tipo de fuerzas, desde las tradicionales, reunidas por los nobles, los concejos, las órdenes militares, los señoríos eclesiásticos; hasta otras como la recientemente organizada Santa Hermandad y auténticos mercenarios profesionales provenientes de toda Europa[5] incluyendo un grupo de arqueros ingleses dirigidos por Lord Scale[6]) se suele considerar como un precoz ejemplo de ejército moderno, permanente y profesional (para la historiografía más tradicionalista, con rasgos de ejército nacional, probablemente con abuso del término), en un momento en que se estaban definiendo las monarquías autoritarias que conformarán los estados-nación de Europa Occidental.La guerra de Granada fue utilizada para asociar al Reino de Castilla y al Reino de Aragón en un proyecto común, ofreciendo a la aristocracia una actividad al mismo tiempo lucrativa para ella y útil a la monarquía, que puede ser exhibida al mismo tiempo como empresa religiosa en conformidad con la nueva forma de identidad social más combativa: el espíritu del cristiano viejo.En momentos de debilidad castellana, ocurría al contrario, que los nazaríes ejercían sus propias iniciativas, suspendiendo los pagos, incendiando y saqueando localidades (algunas tan lejanas como Villarrobledo) o recuperando algún pequeño territorio (Cieza y Carrillo en 1477),[8] a veces en connivencia con alguna de las facciones que dividían Castilla (las disputas entre el Marqués de Cádiz y el Duque de Medina Sidonia llevaron a este último a aliarse con los granadinos, que arrebataron el castillo de Cardela al primero con su ayuda).[9] La permeabilidad de la frontera en ambas direcciones también produjo la existencia de categorías sociales mixtas: los elches, o cristianos (muchas veces ex-cautivos) que se convertían al islam y los tornadizos que eran la categoría inversa.[10] Desde una perspectiva más amplia, en el otro extremo del mar Mediterráneo se estaba formando el gigantesco Imperio otomano, musulmán, que había tomado la cristiana Constantinopla en 1453 y aumentaba sus dominios en los Balcanes, el Próximo Oriente y ponía en jaque a la cristiandad oriental, llegando incluso a ocupar temporalmente el puerto italiano de Otranto en 1480, considerado dominios de la cristiandad occidental.[13] Como proceso histórico, el avance territorial español no se detuvo con la toma de Granada y continuó de hecho durante el siglo siguiente, al seguir existiendo las fuerzas sociales que alimentaban esa necesidad expansiva.Isabel I de Castilla no dejaba de estar presente en lugares no demasiado seguros (acudió a algunos asedios, e incluso estuvo presente en el campamento real durante un terrible incendio).[20] Ciertas familias de la aristocracia castellana destacaron por su participación en estas guerras, aunque al contrario que en las anteriores Guerras civiles castellanas, en este caso sometidas a una fuerte autoridad real.Su ocasión llegó como consecuencia de su especial habilidad para contactar con los musulmanes, especialmente con el rey Boabdil que le consideraba amigo personal desde que este estuvo preso en el castillo de Lopera.Estos últimos se sublevaron en Málaga en 1473 y fueron duramente reprimidos por Muley Hacén (incluyendo, según la leyenda, una matanza a traición en un salón de la Alhambra).Al anochecido, cuando los escaladores llegaron a las murallas de Alhama, guiados por Ortega de Prado, las tomaron al asalto y posteriormente se precipitaron sobre la descuidada villa.Impaciente por llevar á cabo su empresa, no quiso esperar ni la luz del día siguiente para ordenar el asalto: llamó á su tienda á los más esforzados de su ejército, les habló con la energía que inspiran las pasiones, les pintó fácil la toma de la villa si con valor y prudencia sabía escalaría por la parte más escarpada y peligrosa, y los animó á realizar inmediatamente su proyecto aprovechándose de las tinieblas de la noche.Forjó todavía otros proyectos: pensó proclamar la guerra santa y dirigir contra Alhama todas las fuerzas de su reino; mas tuvo que convencerse pronto de que estaba perdida y perdida para siempre.Oyeron la opinión de todos, y aunque vieron a muchos decididos á que se la desmantelara y abandonara por no ser posible guardarla sin grandes gastos é inmensos sacrificios contra las continuas invasiones que la amenazaban, hallábanse ya tan resueltos á no retroceder hasta que dominasen todo el reino de Granada, que lejos de arruinarla llevaron a ella hasta diez mil peones y ocho mil caballos y la tomaron como punto de partida é hincapié de su larga y peligrosa empresa.No era ya fácil volver á combatirla: mucho menos ganarla.Descabalga de una mula y en un caballo cabalga, por el Zacatín arriba subido se había al Alhambra.Allí habló un alfaquí, de barba crecida y cana: -Bien se te emplea, buen rey, buen rey, bien se te empleara -¡Ay de mi Alhama!Los Reyes Católicos emprendieron una jugada que demostró ser decisiva: lo liberaron tras asegurarse su alianza, incluyendo el pago de tributos.[34] Al poco tiempo (en otoño), Zahara, la plaza que había originado el conflicto, volvió a manos cristianas.No obstante, el hecho no le fue desfavorable, ya que fue excusa suficiente para sellar un nuevo trato con los Reyes Católicos, poniéndose al frente de un ejército cristiano-musulmán que tomó Granada para Boabdil en 1487.No obstante, localidades mejor defendidas, como Baza y Almería, se resistieron firmemente, en lo que significó la campaña más dura de toda la guerra (1489).Las últimas negociaciones secretas incluyeron el respeto a la religión islámica de los que decidieran quedarse, la posibilidad de emigrar, una exención fiscal por tres años y un perdón general por los delitos cometidos durante la guerra.[13] Boabdil comenzó retirándose a las tierras alpujarreñas que le garantizaban los Reyes, pero finalmente (noviembre de 1493, tras una fuerte indemnización),[45] optó por cruzar el Estrecho, como la mayor parte de la élite andalusí.No obstante, las conversiones fueron muy minoritarias entre la población musulmana, que quedó sometida al dominio cristiano —categoría social que durante la Edad Media venían recibiendo el nombre de mudéjares—.Dicha población estaba constituida fundamentalmente por campesinos sometidos a un duro régimen señorial, ahora con señores cristianos.Se calcula en casi mil el número de mercedes, que en este caso eran transferencias de propiedad a grandes señores, militares destacados o clérigos importantes, e incluso musulmanes aliados.Como resultado, se obtiene un incremento de las conversiones, pero también un motín en el Albaicín (arrabal granadino que había pasado a ser el gueto islámico de la ciudad, mientras la antigua medina pasaba a ser remodelada y ocupada por repobladores cristianos)[48] y una sublevación en las Alpujarras.
Territorio del reino
nazarí
durante el siglo
XV
. En verde claro, los territorios conquistados por los reinos
cristianos
desde el siglo
XIII
incluyen
Ceuta
, en la costa de
África
.
Bandera utilizada por la infantería de los Reyes Católicos.
Techo de la
Sala de los Abencerrajes
de la
Alhambra
, donde cuenta la leyenda que fueron asesinados por orden del sultán treinta y seis caballeros principales de la familia
Banu Sarray
o
abencerrajes
.
Grabado de la novela
Los Monfíes de las Alpujarras
(1859) de
Manuel Fernández y González
que muestra al rey Boabdil junto a su madre contemplando Granada tras la derrota.