Brañosera

También es muy destacable la presencia del urogallo, otra especie en grave riesgo de desaparición.

También componen la fauna que frecuenta este término municipal el lobo, el corzo, el venado, el rebeco, el jabalí y el zorro.

Además hay que destacar otras especies menores como perdices, codornices, zorzales, becadas, liebres y conejos que utilizan como hábitat las grandes extensiones de brezo y arbustos del entorno.

Siguiendo el nacimiento del Ebro penetran en territorio de brañas altas y osos que dan el nombre al lugar.

Estos formaron el consejo de Brañosera, amparados por la Carta Puebla concedida por el Conde Munio Núñez y su mujer Argilo.

Ésta había provocado la huida de los cristianos hacia el norte y muchos de ellos, los que no perecieron por el camino, llegaron a refugiarse en tierras astures, tierras que enseguida comenzaron a sufrir una superpoblación.

La hambruna comenzó a cebarse con estos exiliados e iniciaron la huida en busca de una mejor vida.

Precisamente, para organizar esa repoblación, Munio Núñez concedió la Carta Puebla a sus súbditos dotándoles de derechos.

[3]​ En épocas posteriores los habitantes de Brañosera confirmaron su fuero, al menos, en dos ocasiones.

En el año 912, lo hizo Gonzalo Fernández de Burgos, reforzando esos fueros en la villa que fundara su abuelo el conde Munio Núñez.

La idea surgió por el gran auge del turismo en aquella época, pero la crisis afectó seriamente a las obras y se realizaron recortes de presupuesto, por ello el edificio nunca pudo terminarse, y se encuentra en un grave estado de abandono.

Brañosera desde la cima de Valdecebollas
Reproducción del Fuero de Brañosera , concedido por el conde Munio Núñez en 824
Actual ayuntamiento
Una columna de Guardias Civiles con prisioneros en Brañosera, durante la Revolución de 1934
Refugio El Golobar