La decoración de las iglesias ortodoxas es incluso más abrumadora (iconostasis, mosaicos, indumentaria y orfebrería religiosa[6]).[7] Cada pieza de arte cristiano, sin importar el medio, o el personaje, evento, pasaje bíblico (las pericopas, las parábolas) o concepto específico que represente, suele contener símbolos identificativos de la rama del cristianismo que lo produjo.No obstante, la iconografía se centra en los mecanismos identificativos internos: cada rasgo facial (si el apóstol tiene barba o es calvo), cada color (si la túnica de Cristo es roja o el manto de la Virgen azul —lo habitual, aunque no es inusual utilizar otros, por criterios conceptuales, estéticos, y hasta económicos—, si se emplea el dorado para el fondo o los nimbos —además de su uso como colores litúrgicos—),[8] cada sutil gesto de las manos (que oran, bendicen, acarician, ofrecen, oran, rechazan, señalan, etc.), cada objeto o parte del entorno, están convencionalmente fijados (a veces hasta negociados prolijamente en los documentos contractuales que se firman entre comitente y artista) y repetidos a lo largo de la milenaria historia del arte en el cristianismo.Las esculturas cristianas más antiguas corresponden a sarcófagos y datan de principios del siglo III.[11] La basílica, que hasta entonces tenía una función civil, pasó a ser utilizado para la reunión asamblearia de los cristianos (ekklesia —"asamblea"—, iglesia).[10] La miniatura era utilizada en los manuscritos con el objetivo que se entendiera mejor el texto, especialmente para los analfabetos.Los habitantes del imperio romano llevaban vestidos ornamentados con imágenes evangélicas en tejidos de lujo, policromos.Incluye distintos períodos, cuya valoración estética, sujeta a cambiantes criterios, ha venido emitiendo distintas denominaciones calificativas, que llegan a etiquetar a algunos como "edades oscuras" y a otros como "renacimientos"; incluye a su vez muy diferentes movimientos artísticos con distinta difusión geográfica, desde los llamados "estilos internacionales" hasta las artes nacionales, regionales y locales; en definitiva, una enorme diversidad en las obras de arte (pertenecientes a los más diversos géneros) y en los propios artistas (que en la Alta Edad Media permanecían en el anonimato de una condición artesanal de poco prestigio social, como los demás oficios establecidos en régimen gremial, mientras que en los últimos siglos de la Baja Edad Media, sobre todo en el siglo XV, alcanzarán la consideración de cultivadores de las bellas casca, aumentando en consideración social y preparación intelectual).[16] Estilísticamente no designa un movimiento estético con formas artísticas bien definidas, sino que es más bien una expresión genérica que engloba la producción artística de la cristiandad latina entre el arte paleocristiano y el arte románico.Mientras que en Oriente la continuidad del Imperio romano permitió el desarrollo del arte bizantino, la caída del Imperio romano de Occidente y la época de las invasiones abrió en Occidente un periodo de gran inestabilidad política y decadencia cultural (la denominada «época oscura» caracterizada por la escasez y discontinuidad en las fuentes escritas) en la que los pueblos germánicos fusionaron su arte y cultura con la parcial pervivencia de la cultura clásica greco-romana seleccionada y conciliada con el cristianismo por nuevas instituciones (particularmente el monacato); por su parte, desde los siglos VII y VIII el espacio mediterráneo quedó dividido por la expansión árabe que se asentó en la ribera sur, desde España hasta Siria, donde se desarrolló el arte islámico.No obstante, no hay suficiente identificación entre las distintas artes locales como para hablar de un «estilo internacional» como serán los de la Baja Edad Media (románico y gótico).Arte gótico es la denominación historiográfica dado al movimiento artístico que se extendió por Europa occidental durante la Edad Media tardía, desde mediados del siglo XII, con la reforma de la iglesia de la abadía de Saint-Denis (1140-1144), cerca de París, y que se prolongó hasta la llegada del arte renacentista (siglo XV para Italia), y hasta bien entrado el siglo XVI en muchos lugares.Según los países y las regiones, se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra y España.La fachada de Carlo Maderno (1626) da paso a un brazo mayor, prolongación del mismo arquitecto, que alteró la planta centralizada concebida para la Basílica de San Pedro por los anteriores maestros del Alto Renacimiento desde 1506: Bramante, Rafael, Sangallo y Miguel Ángel, cuya solución para la cúpula fijó hasta hoy el perfil del horizonte de Roma.Los artistas italianos del siglo XV emprendieron un ambicioso proyecto estético e intelectual que sustituyera el teocentrismo medieval por un antropocentrismo humanista.Con mecenas dispuestos a encargar obras de arte por mero placer y por el prestigio que conferían, y con un naciente mercado de arte, los temas religiosos ya no eran los únicos posibles (incluso se utilizaron las mitologías paganas), aunque siguieron siendo abrumadoramente mayoritarios.El Manierismo, la fase final del Renacimiento, retuerce y exagera las formas, en búsqueda de distintos efectos, entre ellos la espiritualidad.La interpretación inicial del arte barroco es la de un arte de la Contrarreforma, que hacia 1600 deseaba superar los excesos intelectuales del manierismo, potencialmente peligrosos, para conseguir un arte propagandístico en el que conscientemente predominaran los sentidos sobre la razón, y temas y personajes se identificaran con la cotidianidad más popular posible, incluso descendiendo hasta lo desagradable y morboso.Sin embargo, muchos artistas modernos como Eric Gill, Marc Chagall, Henri Matisse, Jacob Epstein, Elizabeth Frink y Graham Sutherland han producido piezas de arte reconocidas para las iglesias.Su institucionalización por las academias (academicismo) le hizo sobrevivir a lo largo de toda la Edad Contemporánea como el gusto artístico convencional.En efecto, en Hispanoamérica han convivido expresiones artísticas religiosas tanto de impronta mestiza como europea.Tal condición le situaba en el lado opuesto de la clientela católica tradicional.No tan evidente es la inspiración cristiana de algunas representaciones de temas religiosos tradicionales, como la Magdalena penitente, cuya abundancia a mediados del siglo XIX puede deberse a otras motivaciones.Algunos pintores, como el decadentista Félicien Rops utilizaban los temas religiosos con una explícita intención provocativa o incluso blasfema.Ya en la segunda mitad del siglo, la profunda renovación que supuso para el catolicismo el Concilio Vaticano II se expresó en todas las artes; así como otras sensibilidades ideológica o estéticamente más conservadoras.Son muy exitosos comercialmente algunos artistas calificados de "cristianos", como los estadounidenses Thomas Blackshear y Thomas Kinkade o los españoles Kiko Argüello[32] e Isabel Guerra ("la monja pintora"),[33] aunque su valoración en el mundo del arte es como un subgénero kitsch.La iconografía era ampliamente conocida, con lo que bastaba con representar símbolos identificativos de un santo o escena para que el fiel supiera a qué se refería (las llaves que identifican a San Pedro, los clavos, tenazas y escalera que identifican a la Pasión —Arma Christi—, el lirio que identifica la virginidad —de María o de las santas, vírgenes y mártires—, la palma que identifica el martirio —cada mártir se identifica por un instrumento de tortura, como la espada, las flechas o la parrilla, o una parte del cuerpo cortada, como la cabeza, los ojos o los senos; y los colectivos por su número y lugar—, etc.) Los temas iconográficos más frecuentes en el arte cristiano son los relativos al ciclo de la vida de Cristo, a la Virgen María y a las de los mártires y santos (especialmente los vinculados a las devociones más extendidas, vinculadas a órdenes religiosas o a leyendas populares —Leyenda Aurea—).Los comitentes suelen encargar la representación de sus santos patronímicos o santos de su particular devoción; para representar a varios santos juntos no es necesario que hayan protagonizado conjuntamente ningún episodio real, ni siquiera que hayan sido contemporáneos: como se les supone presentes en el Paraíso hace que puedan representarse en una sacra conversazione.
Estatuas en el exterior de la iglesia Nuestra Señora de la Piedad, Buenos Aires, Argentina.
Altar de la iglesia San Carlos de Borromeo y María Auxiliadora, también conocida como María Auxiliadora, en Buenos Aires, Argentina. Se aprecia la influencia del clasicismo y estilo barroco europeo en América del Sur.