Libro de Kells

Actualmente, el manuscrito se encuentra expuesto permanentemente en la biblioteca del Trinity College de Dublín, Irlanda, bajo la referencia MS 58.

Las teorías sobre su origen abarcan desde su producción en la isla de Iona hasta Kells, en Irlanda, y Lindisfarne, en Gran Bretaña.

Por el contrario, su redacción podría haberse iniciado en Iona antes de ser continuada en Kells, donde habría sido interrumpida por alguna razón desconocida.

La encuadernación decorativa, tanto en la parte delantera como en la trasera, fue arrancada por los ladrones, lo que resultó en la pérdida de algunos folios en los extremos.

Es posible que durante este incidente se extraviara también la última parte del Evangelio de Juan.

Un monje escribía el texto en tinta negra, que luego era corregido por otro que añadía títulos en tinta azul o roja antes de pasar la página al ilustrador, quien incorporaba imágenes y detalles en oro o plata.

Sobre el final de los años 1920, se conservaban separadas del manuscrito varias hojas sueltas.

Era la cuarta vez que el Libro de Kells viajaba al extranjero para ser expuesto.

Se supone que las vibraciones producidas por los motores del avión podrían haber sido la causa.

Una vez completado el vaciado de la Old Library, este manuscrito medieval será trasladado a un edificio restaurado del siglo XVIII.

[4]​[5]​ En 1951, la editorial suiza Urs Graf-Verlag Bern realizó una edición facsimilar del Libro de Kells.

Después de fotografiar cada página, se preparaba una copia para comparar atentamente los colores con los del original, para realizar los ajustes que fueran necesarios.

Está igualmente disponible una versión en CD-ROM que contiene todas las páginas escaneadas, así como otras informaciones.

Está redactado en mayúsculas con un estilo caligráfico típicamente insular, con tinta negra, roja, malva y amarilla.

Puede suceder que un folio no forme parte de un bifolio y sea una simple hoja suelta insertada en un cuaderno.

Estas tablas, anteriores a la traducción de la Biblia en lengua latina (la Vulgata), se crearon para comparar y cruzar los cuatro Evangelios.

Además, los números de los capítulos nunca se consignaron en los márgenes del texto, lo que vuelve imposible encontrar las secciones a las cuales las tablas hacen referencia.

Los motivos de este olvido permanecen oscuros: puede ser que los monjes hubieran decidido no insertar los números hasta que las ilustraciones estuvieran terminadas, con lo cual la no finalización del manuscrito tuvo como consecuencia posponer sine die esta operación.

Esta repetición fiel del esquema del Libro de Durrow ha llevado al investigador T. K. Abbot a concluir que el amanuense de Kells debía tener entre las manos el manuscrito en cuestión o, al menos, un esquema común.

A título comparativo, las ilustraciones del Libro de Durrow están realizadas sólo con cuatro colores.

Las miniaturas son más ricas y numerosas que en cualquier otro manuscrito bíblico de Gran Bretaña.

La miniatura está orientada de tal manera que el libro debe girarse 90 grados para examinarla.

Estas tablas fueron concebidas para establecer la unidad de los cuatro textos, permitiendo al lector identificar los pasajes equivalentes en cada Evangelio, y normalmente ocupan doce páginas.

Los textos preliminares están introducidos por una imagen en icono de la Virgen y el Niño (folio 7º).

Las páginas correspondientes, de hecho, parecen tapices: las ilustraciones son tan elaboradas que el texto se torna ilegible.

La palabra Generationis se extiende por tres líneas diferentes insertándose en un marco sofisticado a la derecha inferior de la página.

Esta parte del Evangelio de Mateo empieza por la palabra «Cristo», que los manuscritos medievales tenían por costumbre abreviar con las letras griegas Xi y Ro.

No hay un motivo idéntico a otro, y ningún manuscrito anterior puede rivalizar con tal profusión de ornamentos.

Estas complicadas operaciones de entrelazado fueron realizadas asimismo en el mismo periodo sobre metal o piedra, y han conocido una notable longevidad: muchos de estos motivos se usan en la actualidad, por ejemplo en joyas o en tatuajes.

Por otra parte, el texto contiene numerosos errores no corregidos, y otros indicios dan testimonio del ligero compromiso con la exactitud del contenido: líneas demasiado grandes a menudo se continúan en los espacios libres por encima o por debajo, y los números de capítulo necesarios para poder usar las tablas canónicas no se insertaron.

El folio 27º contiene los cuatro símbolos evangélicos.
El folio 183º del facsímil de 1990 : Erat autem hora tercia ( era la hora tercia ).