Siguiendo una tradición hebrea que se retoma en el cristianismo, el íncipit da su título al documento.
Las bulas pontificales y encíclicas llevan también el nombre de sus primeras palabras en latín, por ejemplo, Pacem in Terris.
Los íncipits son especialmente útiles en música porque pueden evocar en el lector el recuerdo musical de la obra cuando un título impreso no lo haría.
Por otra parte, en el ámbito de la música coral las piezas sacras o profanas anteriores al siglo XX solían adoptar como título el texto del íncipit.
Esta breve forma melódica vincula la partición a una liturgia conocida de antemano.