En la última de estas visitas, Jesús llega cuando Lázaro ya se encontraba muerto y sepultado.
Jesús, en los días anteriores a su pasión, frecuentó la casa de esta familia, con la que tenía gran amistad.
De ahí que el cristiano pueda decir: «La vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo» [3].
El agradecimiento al Padre por haberle escuchado «implica que Jesús (…) pide de una manera constante.
Debemos orar siempre con espíritu filial y con gratitud por los muchos beneficios recibidos de Dios Padre.
Pues, ¿qué quiere decir salir sino manifestarse como viniendo de un lugar oculto?
Para que quede desatado de sus pecados dijo el Señor a los ministros: Desatadle y dejadle andar.