Como una concesión pastoril ajena al drama, el burro aparece pastando a lo lejos, mientras José está recogiendo leña o trayendo agua, o entregado a la recolecta de alimentos por los más variados métodos.
[23] En ese ámbito pangermánico pueden situarse las subjetivas versiones manieristas de Lucas Cranach el Viejo y Albrecht Altdorfer.
Además de las numerosas y variopintas versiones del modelo paisajístico de Patinir o su círculo, a lo largo del siglo xvii se pintó este motivo en serie; entre los talleres más prolíficos deben citarse los de Jan Brueghel el Viejo y Jan Brueghel el Joven, ayudados por varios colaboradores, y en Italia a Simone Cantarini.
[23] Capítulo aparte dedican los críticos a la versión de Caravaggio; en ella José, sentado, sostiene la partitura para un ángel que da la espalda al espectador tocando una viola, mientras María y el niño se han quedado dormidos.
Más tarde, con el siglo xix el motivo del descanso se mezcla con estudios casi arqueológicos de la arquitectura del Antiguo Egipto y los paisajes se llenan de pirámides.
[e] Otra tendencia, casi opuesta, en su esencia romántica –como la de Philipp Otto Runge– sitúa el incidente en «escenarios paradisíacos exuberantes, sintetizando la ortodoxia cristiana con el misticismo romántico y su propia cosmología personal».