En Juan, habla con su madre, dice que tiene sed y declara el final de su vida terrenal.
El mismo texto evangélico atribuye a estas «palabras» un fin de cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento: sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final (Juan, 19: 28).
[19] Esta primera declaración de Jesús en la cruz se conoce tradicionalmente como «La palabra del perdón».
[24] Eruditos bíblicos como Bart Ehrman han argumentado que fue omitida por algunos escribas debido al sentimiento antijudío alrededor del siglo II.
[26] Los católicos y la mayoría de los cristianos protestantes suelen utilizar una versión que dice «hoy estarás conmigo en el Paraíso».
[26] Esta lectura supone un viaje directo al cielo y no tiene implicaciones de purgatorio.
[26] Una primera señalización que ve este pasaje en sentido ético y social es: Cristo entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un elemental deber filial.
En Jesús descansaba el deber de cuidar a su madre, que se supone viuda en esos momentos.
[27] Según Francis J. Moloney, no se puede eludir el hecho de que Jesús crucificado creó desde la cruz «una familia nueva».
[29] Aunque en español suene despectivo, la palabra griega es un término de respeto o ternura.
Según la interpretación tradicional, Jesús estaría recitando el Salmo 22, que empieza precisamente por esas palabras.
Un autor contemporáneo escribió: Esta es la única palabra que aparece en más de un evangelio.
En ambos relatos, las palabras pronunciadas por Jesús han sido transliteradas del arameo al griego, y hay ligeras diferencias entre las dos versiones (Marcos: Ἐλωΐ, Ἐλωΐ, λαμὰ σαβαχθανί; Mateo: Ἠλί, Ἠλί, λεμὰ σαβαχθανί).
En ambos casos, σαβαχθανί parece ser la transliteración griega del arameo שבקתני šəḇaqtanī, que significa «me abandonó».
Así, Jesús no está citando la versión canónica hebrea (ēlī ēlī lāmā 'azabtānī), atribuida en algunas interpretaciones judías al propio Rey David, sino más bien la versión en un Targum arameo (traducción de la Biblia).
Los Targúmenes arameos que se conservan utilizan el verbo šbq en sus traducciones del Salmo 22.
Cuadra con la estructura del cuarto evangelio, y evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la samaritana.
[6] Solo Juan registra este dicho, pero los cuatro evangelios relatan que a Jesús le ofrecieron un trago de vino agrio (posca, posiblemente).
En Marcos y Mateo, se empapó una esponja en el vino y se la ofreció a Jesús en una caña; Juan dice lo mismo, pero afirma que la esponja estaba pegada a una ramita de hisopo.
Esto puede haber sido intencionado como simbólicamente significativo, ya que las ramitas de hisopo se mencionan a menudo en el Antiguo Testamento en el contexto del uso de sangre sacrificial para la purificación ritual.
[44] La expresión después de consumir la bebida e inmediatamente antes de la muerte se menciona, pero no se cita explícitamente, en Marcos 15:37 y Mateo 27:50 (ambos afirman que Jesús «clamó a gran voz y entregó el espíritu»).
[46][47][48] Entre ellos se encuentran Felipe el Apóstol (fallecido en el año 80 d. C.),[49] Basilio el Grande (379 d. C.),[48][50] Carlomagno (fallecido en 814), [48][51] Ansgar (865),[52] Thomas Becket (1170),[48][53] Jan Hus (1415),[48][54][55][56] Cristóbal Colón (1506),[48][57] Ludovica Albertoni (1533),[58] Martín Lutero (1546),[59] George Wishart (1546),[60] Lady Jane Grey (1554),[47][61] su padre Henry, duque de Suffolk (1555),[48] Tomás de Villanueva (1555),[62] María, reina de Escocia (1587),[48][47][63] Aloysius Gonzaga (1591),[64] Torquato Tasso (1595),[47] Toribio de Mogrovejo (1606),[65] John Bruen (1625),[66] George Herbert (1633),[48][67] Covenanters incluyendo Hugh Mackail (1666) y James Renwick (1688),[48] y Christian Friedrich Schwarz (1798).