Sin embargo, pronto el califa 'Umar cambió de idea; al creer imposible apoderarse de un país tan grande como Egipto con apenas cuatro mil soldados, ordenó a Amr que abandonase la empresa y regresase, si no había cruzado ya la frontera.
[19] La opinión unánime fue que, como habían recibido la carta en suelo egipcio, tenían permiso para proseguir la marcha.
[19] A continuación, el ejército musulmán prosiguió la marcha siguiendo la antigua ruta caravanera que unía Egipto y Palestina.
[22][19] Finalmente pudieron los árabes expugnarla al introducirse en ella junto con los soldados bizantinos que volvían de hostigarlos.
[19] Al no tener suficientes soldados para establecer en ella una guarnición, la arrasaron para evitar que pudiesen recobrarla los bizantinos.
Dos monjes cristianos, acompañados por Ciro de Alejandría y el famoso general romano Aretion, salieron a negociar con Amr ibn al-As.
[24] Amr les dio tres opciones: convertirse al islam, pagar la yizia o luchar contra los musulmanes.
[30] En la orilla oeste del gran río se encontraba, aunque ya en decadencia, la antigua capital faraónica de Menfis.
[30] Amr había creído que la conquista de Egipto sería un simple paseo militar, y se equivocó.
En torno a la ciudad habían cavado un foso; entre este y las murallas se desplegó gran cantidad de soldados.
Durante los siguientes dos meses, los combates continuaron sin un vencedor claro, si bien los bizantinos lograron rechazar todas las acometidas de los sitiadores.
[26] La operación era arriesgada, pues suponía cruzar el Nilo, perder la comunicación directa con Arabia de la que se esperaban refuerzos y permitir a los bizantinos derrotar a los ejércitos árabes por separado, en caso de que finalmente llegasen nuevas huestes del califa desde el este.
[30] En todo caso, los bizantinos habían previsto la maniobra y en consecuencia vigilaban estrechamente los caminos que conducían a la ciudad.
[34][35][30] Tras la muerte del jefe de la guarnición local,[30] traicionado por un paisano, los bizantinos tuvieron que enviar apresuradamente nuevas fuerzas para conservar el oasis.
[26] Los musulmanes, por su parte, se dirigieron a Oxirrinco, que tomaron antes de regresar al Bajo Egipto por el Nilo.
[37][39] En mayo, durante el infructuoso asedio de Babilonia, Amr le había escrito a 'Umar solicitando refuerzos.
[43][39] Amr estableció su cuartel en la descaecida ciudad, esperando con sus quince mil soldados la acometida de Teodoro, que había ido reuniendo tropas del Bajo Egipto para atacarlo.
[32][50] Las negociaciones para rendirla, no obstante, comenzaron pronto, en octubre, desde la cercana isla de Rauda, a donde se trasladó el patriarca para tratar en secreto con los sitiadores.
Ciro esperó a 'Amr y le dijo que Heraclio había repudiado el tratado de Babilonia.
[62][63] Los musulmanes alcanzaron la capital egipcia en persecución de las tropas bizantinas, que se replegaron tras el último revés en Karyun.
[67] Incapaz de tomar la ciudad al asalto, Ibn al-As corrió los límites del delta, talando los pueblos pero evitando las poblaciones amuralladas, que no podía expugnar, y volvió a Babilonia antes de que comenzasen las inminentes crecidas del Nilo.
[71][72] Heracleonas había aceptado el pacto con los musulmanes poco antes de ser derrocado en noviembre del 641 y enviado al exilio junto a su madre.
[71] Durante los meses de tregua falleció Ciro,[73] al que sucedió sin problemas otro patriarca calcedonio; también volvió a la ciudad su rival, el copto Benjamín.
[77] No existían tampoco señores regionales que pudiesen tomar el relevo del ejército imperial en la defensa provincial.
[5] Los años siguientes los musulmanes se dedicaron a organizar sus conquistas, tarea que recayó principalmente en el califa Omar.
[79] 'Uqbah ibn Nafi, quien luego se hizo un gran nombre como el Conquistador de África, y condujo su caballo al Atlántico entró en una experiencia infeliz en Nubia.
Desde Trípoli, se informa que Amr le escribió al califa los detalles de las operaciones en las siguientes palabras:
[84] Tres años después, en el 645, un contingente imperial al mando del general Manuel la recuperó con facilidad.
[84] Ante la invasión bizantina, se encomendó a Ibn al-As,[5] que había sido sustituido como gobernador, la defensa del territorio.
Sugirió que la capital debería establecerse tierra adentro en un lugar central, donde no intervino una masa de agua entre ella y Arabia.