[1] Su madre era Layla bint Harmalah al-‘Anaziyyah conocida como “Al-Nabighah”, que tenía un pasado oscuro.
El Negus se reunió con Yaáfar ibn Abi Tálib, hermano de Ali ibn Abi Tálib y primo del profeta, quien lo convenció de que no eran peligrosos para la estabilidad del país.
Así, los musulmanes consiguieron el permiso del Negus para vivir en paz en Abisinia y Amr tuvo que regresar a casa amargamente decepcionado.
Amr ibn al-As participó en todas las batallas importantes entre mequíes y mediníes hasta el tratado de Hudaybiyyah.
Decidió encaminar a sus hombres, que según se dice eran cerca de tres mil hombres, en su mayoría procedentes de La Meca y Medina, a la región que le era familiar.
Jálid ibn al-Walid y los demás comandantes árabes que se encontraban en la región se unieron a Amr ibn al-As, formando un ejército de alrededor de veinte mil hombres.
La principal fuerza bizantina fue empujada hacia el oeste, con lo que quedó encerrada entre escarpados valles, con los barrancos del Yarmuk a sus espaldas.
Con la toma del puente romano que cortaba la retirada bizantina hacia el oeste, la victoria musulmana quedó garantizada.
Para el año 637 d. C., Amr ibn al-As y Shurhabil ibn Hasana habían ocupado toda Palestina y Jordania a excepción de Cesárea, que resistió a los musulmanes hasta el año 641.
Amr ibn al-As había visitado Egipto antes de que empezaran las conquistas musulmanas.
Al parecer Amr consultó con el califa Úmar su plan de invadir Egipto y este lo aprobó.
Al parecer Umar cambió de opinión sobre la conveniencia de atacar Egipto y escribió a Amr una carta en la que le decía que, si ya estaba en Egipto, siguiera con sus planes, pero si aún no había cruzado la frontera, abandonara el proyecto.
Luego se desplazaron a Umm Dunayn, cerca del río Nilo, al norte de la actual El Cairo.
No obstante, consiguieron saquear la ciudad de El Bahnasa, donde la población local fue pasada por las armas.
Cuando ambos ejércitos entablaron combate, el grupo emboscado atacó por la espalda a los bizantinos, causando pánico y confusión.
El avance musulmán continuó y las fuerzas bizantinas fueron derrotadas en la batalla de Karyun.
El 29 de septiembre del año 642[25] Amr ibn al-As entró formalmente en la ciudad.
Dejad la tienda armada hasta que ella haya incubado su nidada y se marche volando».
[26] Fustat fue fundada por Amr ibn al-As en una posición estratégica magnífica en la cabecera del Delta.
Amr avanzó con el ejército árabe hacia Sabratha, que fue tomada y saqueada.
El nuevo califa Uthmán, que intentaba centralizar el gobierno del Califato ortodoxo, destituyó a Amr ibn al-As como gobernador de Egipto y lo sustituyó por Abd Allah ibn Sad que no tenía lazos con el ejército conquistador y que podía imponer una mayor presión recaudatoria.
Amr rechazó el ofrecimiento alegando: «Yo sería como un hombre que se aferra a los cuernos de una vaca mientras otra persona la ordeña».
[32] El califato de Uthmán estuvo caracterizado por los problemas con las guarniciones árabes que estaban estacionadas en Irak y Egipto, ya que a estos soldados no les gustaba recibir órdenes de gobernadores que no habían ayudado a Mahoma ni habían participado en las conquistas durante el califato de Úmar.
[31] Durante una peregrinación a La Meca Amr ibn al-As se enfrentó al califa Uthmán directamente.
La única respuesta que le dio Uthman fue “Dios es mi defensa” y la promesa de no usar la fuerza contra otros musulmanes.
[33] Cuando las noticias de que Uthman no usaría la fuerza se difundieron, las tropas descontentas estallaron en rebelión.
La oposición a Alí la encabezaron Talha Ibn Ubayd-Allah at-Taymí y Az-Zubayr ibn al-Awwam, junto con Aisha bint Abi Bakr, viuda de Mahoma e hija del primer califa Abu Bakr.
Sin embargo, Alí no aceptó la decisión y la fitna continuó, aunque sus fuerzas se habían debilitado por la deserción de los jariyíes.
[38] En ellas se lo presenta, más que como un gran guerrero, como un individuo sagaz y astuto, casi como un Odiseo musulmán.
[39][38] En las fuentes coptas que tratan sobre la conquista musulmana de Egipto también se ofrece una visión positiva de él y se resaltan las relaciones cordiales que mantuvo con el patriarca copto Benjamín.