Nuevos éxitos entre los monofisitas de Armenia y hasta de Antioquía, en 633 aumentaron la confianza en que se estaba sobre el camino recto, pero un monje de Palestina, Sofronio, se apercibió del peligro que encerraba oscurecer la verdadera doctrina y rogó a Ciro, que le había informado de las conferencias y sus resultados, y después al mismo Sergio, que se apartasen del error.Ahora Sergio resumió su doctrina en una prudente formulación, publicada por el emperador Heraclio, en 638, en una «Ekthesis» o explicación, que aceptaron la mayor parte de los obispos de Oriente, y entre ellos los nuevos patriarcas de Constantinopla y Jerusalén (Sofronio y Sergio habían muerto en el mismo año, así como Honorio) y el patriarca de Antioquía, este residente en Constantinopla porque su sede había sido tomada por los árabes.A la oposición de los Papas contra la «Ekthesis» hubo que agradecer que Constante II (641-668), sucesor de Heraclio, la revocase aunque en forma no afortunada, imponiendo mediante su «typos» un silencio general.Quería ya hacerlo ejecutar, pero se decidió por último desterrarlo a Jersón, en la Crimea.Bajo la presión del Emperador, los siguientes Papas Eugenio I (654-657), Vitaliano (657-672), Adeodato II (672-676) y Dono (676-678), todos de origen italiano, se abstuvieron de dar explicaciones, sin embargo, evitaron adherirse al emperador, y la ruptura permaneció.El peligro del Estado, finalmente, hizo desear al emperador Constantino IV (668-685) la paz con la Iglesia.El concilio conforme con la epístola de Agatón, condenó la doctrina monotelista y declaró que en Cristo deben reconocerse dos «voluntades naturales y dos naturales modos de actuar, indivisos, incambiables, inseparables, inmezclables ».El concilio anatemizó a los «causantes de la nueva herejía»: Sergio, Ciro y otros, entre ellos el Papa Honorio, «porque se ha encontrado que en su carta a Sergio ha seguido en todo la opinión de éste y ha aprobado su impía doctrina», o según fue formulado en el canon final, «que le ha seguido en sus errores».Más suave, y con seguridad justamente, la participación del acuerdo del concilio por León II a los obispos españoles expresó «que no apagó desde un principio la llama de la doctrina herética, como convenía a la autoridad apostólica, sino que por negligencia la permitió aumentar».Los maronitas se han adherido nuevamente a Roma en el siglo XII.Esta condenación se ha grabado profundamente en la memoria de la Iglesia, y se comprende que tuviese más tarde un importante papel en la discusión sobre la autoridad dogmática del Papa hasta el Concilio Vaticano.
Martin I condenó el monotelismo que el emperador bizantino
Constante II
quería imponer como solución de compromiso entre la ortodoxia cristiana y el
monofisismo
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