Narra cómo Judas Iscariote hizo un trato con los sumos sacerdotes judíos para traicionar a Jesús.
Él consintió, y buscaba la oportunidad de entregarles a Jesús cuándo no hubiera gente presente'.
Sin embargo, ese aparente triunfo fue su derrota, ya que Cristo con su muerte derrotó al que tenía el poder sobre ella, al diablo, y liberó de esta forma a los que estaban sujetos a la esclavitud con miedo a la muerte[6]15), «porque puso la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que de donde salió la muerte saliese la vida, y el que venció en un árbol fuera en un árbol vencido»[7] [8] Los tres primeros evangelios exponen de la misma forma el comienzo del drama que va a ocurrir: las autoridades religiosas de Israel buscaban el modo de apresar a Jesús y encuentran en Judas un aliado inesperado, tanto más como que es «uno de los doce».
Los acontecimientos son parte del designio salvífico universal de Dios: hasta las treinta monedas de plata que recibe Judas por su traición dan cumplimiento al plan trazado por Dios en las Escrituras.
Posteriormente le siguen otras muchas: los falsos testimonios de la condena, la incitación a la muchedumbre, las burlas en la cruz.