Judas Iscariote (en arameo: ܝܗܘܕܐ ܣܟܪܝܘܛܐ, en griego bíblico: Ἰούδας Ἰσκαριώτης; probablemente nacido en Keriot, Reino de Judea, Imperio Romano-fallecido en Jerusalén, Reino de Judea, Imperio Romano; ca.
El discípulo condujo a los esbirros enviados por el Sumo Sacerdote al Jardín de Getsemaní, donde se encontraba Jesús, y lo identificó por medio de un beso y saludándolo como Rabí, o «maestro».
En el siglo I, "Judas" era un nombre extremadamente común para los judíos varones, debido al renombrado héroe Judas Macabeo,[3][4] militar que lideró una revuelta que recuperó el culto judío en el Segundo Templo, en consecuencia, muchas otras figuras con este nombre se mencionan[5] a lo largo del Nuevo Testamento.
[5][3][4] En cuanto al epíteto "Iscariote" (Ὶσκάριωθ o Ὶσκαριώτης) que lo distingue de las otras personas llamadas 'Judas' es confuso.
[12] Al poco tiempo, Judas se arrepintió de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas estos, las arrojó en el templo.
Del mismo modo, surgió la necesidad de completar, explicar o interpretar los relatos evangélicos recibidos.
Estos textos son llamados evangelios apócrifos, palabra que en un principio indicaba su carácter secreto y luego tomó su connotación actual de falsedad.
Se supone que el texto original fue compuesto en griego no antes del siglo II ni después de 180, cuando es citado por Ireneo, casi con certeza en un medio gnóstico.
[14] Por su contenido, lenguaje y estilo, no fue escrito en Judea, ni por un judío del siglo I.
[17] La obra, consiste esencialmente en una breve presentación doctrinal del gnosticismo: a semejanza de otros textos se menciona que Dios, el Padre, habita en un reino de luz fuera del mundo material.
En contraste, Jesús le enseña a Judas el verdadero significado de su misión.
La Humanidad, declara, se divide en dos razas; quienes están dotados del alma inmortal pueden llegar a conocer al Dios de la Luz y entrar en el reino imperecedero cuando mueran, aquellos que pertenecen al mundo material morirán tanto física como espiritualmente.
En ese párrafo Jesús declara: «Pero en cuanto a ti (es decir, Judas), tú harás más que todos ellos, pues ofrecerás en sacrificio al hombre que me sirve de envoltura carnal»[19] Incidentalmente, esta misma frase es citada por Ireneo de Lyon atribuyéndola al Evangelio de Judas, lo que permite su identificación.
[28] Algunos autores, sin embargo, consideran posible que al menos una parte dependa de fuentes más antiguas.
[32] Informes periodísticos, publicados en Turquía, afirmaron que en el año 2000 se había encontrado un manuscrito en Chipre, en una redada policial, y que podría tratarse de un ejemplar del Evangelio de Bernabé.
[36][37] Esta transformación fue completa, de modo que los discípulos y hasta María, la Madre de Jesús, creyeron que cucificaban al verdadero Jesús, éste, sin embargo, había sido arrebatado hacia el Cielo.
La versión árabe (originalmente procedente de Siria) de esta historia pone en escena a Judas como un niño poseído por el demonio, el cual mordía a quienes estaban cerca.
[42] En una ocasión, sin embargo, mordíó a Jesús, también un niño, y de inmediato Judas quedó exorcizado.
[45] Esta persona, a quien el Corán no nombra, es identificada con Judas Iscariote en algunas narraciones, sin que haya acuerdo al respecto.
Esta animadversión hacia Judas, y también hacia los sacerdotes judíos que contrataron sus servicios, fue desviada para que contribuyera al antisemitismo, facilitando la formación de un estereotipo negativo sobre el pueblo judío.
Por esa razón, lo abandonó nada más nacer en una cesta, que arrojó al mar.
[48] En los siglos XIX y XX, algunos autores ensayaron, como ejercicio de ingenio, por motivos filosóficos-ideológicos o por convicción sincera, la posible reivindicación del personaje.
En el año 1944 Jorge Luis Borges publica el cuento Tres versiones de Judas, en el que presenta a un teólogo mostrando tres interpretaciones de Judas diferentes a la convencional, para quedar convencido al final de su última teoría: Dios no encarnó en Cristo, sino en Judas.
Para los gnósticos esto representaba un acto sagrado, ya que ayudaba a liberar del cuerpo el Espíritu Santo de Jesucristo.
Por otro lado en la Biblia nada hace pensar que así hubieran sucedido las cosas.
La solución para este conflicto está en dónde tomaron sus relatos Mateo y Lucas.