Se vincula a la religión católica debido a su carácter icónico, por lo que la encontramos especialmente en países de cultura católica La técnica más habitual es la talla en madera policromada, que busca el realismo más convincente, a veces mediante vestidos y ropajes auténticos, cabellos postizos, etc. Es menos frecuente el barro cocido, la escayola y aún en menor medida la pasta de papel.Si bien la representación plástica de los misterios religiosos acompaña al Cristianismo desde sus primeros siglos, será con el arte románico y gótico, desde el siglo XII al XV, donde comience la evolución de la escultura en madera o imaginería, con fin catequético.Fallecido de forma prematura (pese a lo cual dejó una obra importante), fue maestro de Gregorio Fernández, que dejó una obra extensa a lo largo del primer tercio del siglo XVII, sobre todo en Valladolid.El siglo XVIII se inicia con Pedro de Ávila, aunque el máximo exponente es Luis Salvador Carmona.Se considera a José Luján Pérez como el máximo exponente de la imaginería barroca canaria.Por su parte, el citado escultor tinerfeño Fernando Estévez, es considerado el máximo representante del arte neoclásico en Canarias.Estévez está considerado junto a José Luján Pérez, su maestro, los escultores más importantes del archipiélago canario.[6][7][8][9] Pero en el siglo XX, un puñado de nombres acercan la imaginería a la escultura contemporánea, dándole un nuevo enfoque, alejándose del barroquismo y siguiendo unos cánones neoclásicos, cada uno con su estilo personal.Los también andaluces, Castillo Lastrucci, Daniel Gutiérrez Ruiz, Francisco Palma Burgos, Luis Ortega Bru, Juan Vega, Ruiz Montes y el cordobés Juan Martínez Cerrillo, germen de la escuela cordobesa.Los castellanos Venancio Blanco, Quintín de la Torre, Luis Marco Pérez, Damián Villar, Francisco González Macías Federico Coullaut-Valera e Hipólito Pérez Calvo, el canario Ezequiel de León Domínguez y el catalán Inocencio Soriano Montagut.El tercer grupo está formado por aquellas imágenes en que la vestidura de tela es reemplazada por paños encolados, los cuales una vez estucados y policromados simulan a la perfección una escultura.La escultura como arte de Costa Rica nació en los talleres de imaginería, siendo sus principales representantes Francisco Taboada, Fernando Jacobo Cruz Paniagua, Mercedes Guillén López, Domingo Ramos, Manuel Rodríguez Cruz, Ramón Ramírez Guillén, Fadrique Gutiérrez, Juan Mora González, José Zamora, Pedro Pérez Molina, Lisímaco Chavarría, José Valerio, Manuel María Zúñiga y Juan Rafael Chacón.De los talleres de Manuel Zúñiga, especialmente, surgieron los más importantes escultores costarricenses del siglo XX, como Francisco Zúñiga, Juan Manuel Sánchez Barrantes, Néstor Zeledón Varela, Néstor Zeledón Guzmán, Juan Rafael Cruz y Ólger Villegas.En Quito, en tiempos del Virreinato, se desarrolló una escuela escultórica que en el siglo XVIII llegó a ser muy afamada.
Jesús de la Pasión, obra de Juan Martínez Montañés
Detalle del semblante de Cristo recién muerto, obra de José Luján Pérez, 1793.