Actualmente desfila en las procesiones de Semana Santa la réplica hecha por José Lamiel.
La imagen original llega a Popayán en 1680 y cuando se adquirió no estaba terminada en su totalidad y fue el artesano Don Juan Antonio de Velasco quien en la ciudad de Popayán lo terminara en su totalidad.
La familia Velasco finalmente cedió la imagen a la catedral en 1717 y desde este año fue subida y dejada definitivamente en el Santuario de Belén durante la Semana Santa.
Siendo entronizada en la capilla lateral derecha, por lo que ante las grandes afluencias de peregrinos, se decidió ampliar el santuario con dos naves trasversales a la central dándole forma de cruz griega al templo.
Tras el deterioro de la imagen original por culpa del gorgojo, el expresidente Guillermo León Valencia le encarga una réplica al escultor español José Lamiel quien se traslada en 1960 a Colombia contratado oficialmente para realizar la copia en la ciudad de Popayán, trabajo que le tomó 6 años.
[4] La Festividad religiosa del Santo Ecce Homo es organizada por la Junta Pro Culto al Santo Ecce Homo de Popayán organización religiosa que nace en el año 1938.
[4] La segunda procesión inicia en la Iglesia de San Francisco antecedida por la Fiesta patronal y se dirige hacia el Santuario de Belén, tradicionalmente alumbran los hombres.
[8] Durante todo ese día sacro el paso del Amo Ecce Homo es trasladado y se le custodia en la Iglesia de San Francisco, el único templo de la ciudad donde caben todos los pasos de su procesión y con la puerta suficientemente alta para que pasen todos durante su entrada y salida.
[13] Este acontecimiento tuvo un carácter único y nunca antes visto en la historia payanesa, con la finalidad de reunir en torno a la devoción solemne a Jesucristo en sus advocaciones de Santo Ecce Homo (Por ser el santo patrono de la ciudad) y Amo Jesús que es especialmente extendida en el departamento, cuyos fieles siempre han tenido un especial cariño y fe a Jesús como Salvador y Rey del Universo.
Acuérdate que entonces tu diestra poderosa tendiste, y la espantosa borrasca se calmó.
Mas luego te enojaron tus míseras ovejas: ¿y sus dolientes quejas, no quieres ya escuchar?
Tan enojado te hallas contra la grey amada que al verla esclavizada, llorando su orfandad, ¿dejas que el lobo hambriento empiece a devorarla, pudiendo consolarla y darle libertad?